domingo, 25 de junio de 2017

El duende de la Torre Nueva



La Torre nueva, fue la más afamada torre mudéjar de la Zaragoza antigua.
Se situaba en la actual plaza de San Felipe.
La torre se construyó en el año 1504 para albergar el reloj público. 
Las campanas se colocaron en el año 1508.

La inclinada Torre Nueva de Zaragoza

Se dice que en la torre habitaba un misterioso duende. Que estaba enduendada.
El duende de la torre hacía sonar solas las campanas a cualquier hora menos la correcta e incluso cuando a veces las campanas eran tocadas por el campanero a la hora correcta indicada por el reloj daba igual.
Daba igual porque el duende adelantaba y atrasaba el reloj a su gusto.
Se dice que el reloj de la Torre Nueva de Zaragoza nunca jamás en sus casi cuatrocientos años de historia llegó a dar la hora bien ni una sola vez.
Cada vez que el maestro relojero iba para repara la posible avería, se encontraba con que el reloj funcionaba perfectamente y que marcaba la hora correcta.
Cuando el maestro se marchaba, el dunde comenzaba a hacer de las suyas y era capaz de adelantar y retrasar el reloj horas enteras.
Al final la torre fue derruida por decisión del Ayuntamiento en el año 1892.
Como dice el dicho… muerto el perro

En ocasiones, las travesuras de estos seres pueden resultar más que peligrosas

domingo, 18 de junio de 2017

El diaple en el Arco del Deán en Zaragoza



Este precioso arco de Zaragoza está construido en el siglo XIII y ¿ sabéis quién lo construyó ?
Os lo podéis imaginar, ¿ verdad ?
Sí señor. El diablo.
Era el año 1293 y, Pascasio de Gormaz, el prior de la Catedral de La Seo ( el Deán ), era un tipo muy orgulloso y altanero y quería poder pasar desde la Catedral de La Seo hasta las casas de al lado sin tan siquiera tener que pisar la calle. Que nadie lo viera.
Hay quien dice que tenía alguna amante en aquellas casas pero eso es algo que nunca se sabrá.
Tewnía el Deán tal obsesión con poder hacer aquello que llegó a realizar un pacto satánico. Un pacto de magia negra con el mismo diaple. Con el diablo.

El diaple. Siempre dispuesto a un buen pacto

El diablo cumplió su palabra y en una sola noche, construyó un precioso e imponente arco que pasaba da casa y casa y nadie desde fuera podía ver nada de lo ocurrido en el interior.
Eso sí, como es de suponer, el diaple le pidió al Deán algo a cambio.
¿ Su alma ? No. Minucias…
Tenía poco valor el alma de aquel engreído.
El diaple le hizo firmar al Deán un pacto mediante el cual, a cambio de la construcción de la bella arcada, todas y dogo absolutamente todas, las personas que pasen bajo él, entregarán al morir su alma al diablo.
Es uno de los edificios más malditos del mundo.
¿ Habéis pasado en alguna ocasión bajo el arco del Deán…?
Pues… ya sabéis.

El maldito Arco del Deán

domingo, 11 de junio de 2017

La casa del temple en Zaragoza



En la ciudad de Zaragoza, la Calle del Temple siempre se ha llamado Calle del Temple, Es una de esas pocas calles privilegiadas cuyos nombres jamás cambian.

Calle del Temple en los años 60

En un viejo solar al final de la calle, se hicieron en los años 60 unas excavaciones de emergencia.
Al excavar para poder construir un edificio nuevo, se hallaron las ruinas de una pequeña iglesia de planta circular, templaria a todas luces. El destino volvía a los sacrificados monjes-guerreros a la actualidad. La calle que siempre había llevado su nombre no era un fraude. No era una casualidad.
En la calle del Temple de Zaragoza había estado ubicada la sede de los valientes monjes.
La calle entera se encuentra horadada por sótanos y túneles medievales e incluso romanos.
La calle se encuentra rodeada de viejas iglesias, de antiguos palacios, de historia vivas en definitiva.
Los monjes templarios tenían sede en Zaragoza. Una pequeña encomienda probablemente y eso… es un orgullo para esta ciudad.

¡Beauséant!,¡Beauséant!

domingo, 4 de junio de 2017

El misterioso dolmen de la Losa Mora



Este magnífico enclave se encuentra en la localidad de Rodellar.
Rodellar es un precioso pueblo, muy pequeñito y en invierno no pasará de estar habitado por un par de familias o tres.
Llegaremos al enclave, atravesando el mágico y encantado Barranco del Mascún, hogar de duendes bruxas y de uno de los loberos más afamados de la historia de Aragón, Mauro.
Justo antes de llegar a la aldea de Nasarre, encontraremos la imponente mole conocida como “La losa Mora”
Este lugar está completamente lleno de mitología y leyendas.
En algunos csos se cuenta que una hilandera encantada llevó la gigantesca piedra sobre su cabeza hasta depositarla en su lugar actual.

La Losa Mora

Otra de las leyendas de la zona, nos habla sobre un tendero de Rodellar que se dirigía a la aldea de Otín `para practicar su compra venta habitual.
El hombre iba asustado porque no había otro camino y, absolutamente siempre, al pasar por debajo del megalito, una sombría figura, le saltaba encima del caballo, lo derribaba y le daba una tremenda paliza.
No le robaba ni le hablaba, tan solo lo molía a palos.
El tendero siempre recordó que era una figura como de hombre, pero totalmente negra y con el pelo muy brillante, como de fuego.
Así era la criatura que se escondía en el interior del dólmen.

Dólmen de Losa Mora
Tenemos otra historia en la que en esta ocasión el protagonista era un carpintero de Eara.
Tras un largo día de trabajo, el carpintero regresaba a su casa y se dispuso a recoger un buen fajo de leña pues ya empezaba a refrescar y una buena fogata nada más llegar a casa, es precisamente lo que más le apetecía.
Se detuvo junto al camino, recogió unos buenos trozos, hizo un buen fajo con ellos y, anudándolo bien, retomó el camino. A casa. Tranquilamente.
Pero no. Nada de eso. Todavía no había dado tres pasos, que todo el fajo de leña, se abrió y cayó al suelo desparramándose aquí y allá.
El hombre quedó muy extrañado pues mira que él era un buen especialista en nudos y le parecía casi imposible que la leña se le hubiese caído pero en fin… no pasa nada.
La volvió a recoger y a anudar, en esta ocasión con un doble nudo montañés.
A los tres metros andados, los leños volvieron a caer al suelo.
El hombre se dijo a sí mismo que no iba a dejar aquella leña allí para que se la llevase otro y volvió a atarla con un buen hatillo lleno de nudos. Ahora era imposible perderla. Retomó la marcha.
La leña no se caía pero comprobó horrorizado que… ¡ no podía mover los pies !
Aquello fue demasiado para él. Dejó la leña en el camino y vio que así sí que podía moverse. Sin lugar a dudas aquel lugar estaba encantado y ensimismado en sus pensamientos, regresó a su casa.
Cuando había recorrido ya algún kilómetro y las casas de la aldea de Bara ya se avistaban a lo lejos, vio como tres hombres, ataviados con unas sayas de color blanco al estilo de los curas se acercaban también, cuando los tres hombres llegaron a su lado, justo cuando nuestro protagonista se disponía a saludarles, éstos se disiparon en una nube como si jamás hubiesen estado allí.
El carpintero no se asustó y achacó todo al nerviosismo adquirido durante el “problemilla” con la leña.

Estas extrañas presencias, también han hecho aparición en los bosques aragoneses

Siguió bajando por el camino y a lo lejos, pudo ver en el mismo, en medio, un ataúd.
Un ataúd cruzado en el camino. Blanco como las vestiduras de los fantasmones anteriores.
Recordó que su abuelo le había hablado de algo parecido y siempre le había dicho que si se encontraba un ataúd en el camino, ¡ que no mirara !.
Que bajo ningún concepto echara un vistazo dentro de la caja fúnebre. Que diera un pequeño rodeo.
Nuestro amigo así lo hizo y ahora, ya asustado, emprendió a paso ligero hacia su casa.

Nunca jamás acercarse a un atud en medio del camino !

Cuando llegó a casa por fin, se encontró a la mujer muy asustada.
Le contó ella que desde dentro de la artesa, mientras se encontraba amasando pan, se oyeron tres golpes sordos y la propia artesa comenzó a saltar. Que si estaba encantada, que si patatín.
Aquello fue demasiado para el pobre carpintero y a la mañana siguiente se fue a ver al mejor mago de la comarca, al debinaire de Rodellar.
Precisamente nada más pasar de nuevo por la derecha de la Losa Mora, ya emprendiendo el camino que llaman “Sendero del Vallón de Moros”, escucho un tremendo jolgorio a sus espaldas, como si cientos de personas e instrumentos hubiese, todos gritando y tocando a la vez.
Cuando se giró, pudo comprobar cómo el ruido cesaba y además nadie había tras él. El camino seguía tan solitario como siempre.
 Siguió andando y a los pocos metros, volvió a ocurrir.
Era casi ensordecedor. Unos impresionantes estruendos junto con voces, gritos y una infinidad de instrumentos musicales se escuchaban tras él, como si estuviesen situados a pocos metros.
Se giró y… nada. Adiós al ruido y por supuesto, no había nadie.
Muy asustado, llegó a casa del debinaire y le contó todo lo sucedido desde el día anterior hasta ese mismo momento.
El debinaire le aclaró al carpintero que toda la zona de la Losa Mora, estaba encantada y que para que el encantamiento cesase en su casa, lo que tenía que hacer aquella noche era dejar un plato de agua junto a la ventana.
El debinaire le pidió al carpintero sus honorarios y este se dio cuenta que con las prisas, no había traído el dinero.

El mago o debinaire. Un personaje muy popular en el legendario aragonés

Entonces el adivino se enfadó, y le dijo que no iba a decirle porque el encantamiento las había tomado con aquel pobre hombre, que se marchara, que ya le había dicho bastante.
El hombre volvió a casa y los fenómenos cesaron.
Bueno, cesaron en su casa, por que han pasado los años y en la zona de la Losa Mora, siguen ocurriendo de los más extraños portentos.
Nunca averiguó aquel hombre, porqué los duendes, la habían tomado con él.