domingo, 31 de diciembre de 2017

Las “caspolinas”



Año 1929. Ocho de Septiembre.
A la ermita de Balma como bien hemos comentado acudían endemoniados de toda España.
El poder de Nuestra Señora era tal que los demonios salían despedidos de los cuerpos con total violencia.
La endemoniada de esa noche tenía nombre y apellidos y así pasará a la historia.
Rosario Usó Petit.
Rosario venía de la localidad de Las Alquerías del niño perdido, en la comarca de La Plana Baja.
La ermita estaba dispuesta para el horrible espectáculo. Tan solo unas pocas velas iluminaban la estancia donde el ritual iba a comenzar. Hacía calor, había demasiados asistentes para presenciar el macabro rito, pero nadie se marchaba. Todo el mundo quería ver cómo, una vez más, el poder de Dios derrotaba al del maligno.

Interior de la cueva donde se realizaban los exorcismos

Las encargadas de practicar la ceremonia aquella noche eran tres brujas conocidas como “Las Caspolinas”.
No era la primera vez. Las tres eran experimentadas exorcistas. Experimentadas bruxas tanto en expulsar a Satán como probablemente en invocarlo.
Eran tres bruxas enjutas. Casi secas. De piel amarillenta y arrugada.
Rostros duros e inquisitoriales. Se quedan observando a la pobre Rosario.
Ésta se revuelve como un animal.
Blasfema como un templario, expectora constantemente contra cualquier tipo de pintura santificada o imaginería sagrada, deja los ojos en blanco y aúlla como un perro.
Las bruxas no dudan.
Rosario está poseída.
El ritual comienza y los gritos y aullidos de Rosario se escuchan perfectamente desde fuera de la iglesia.

Espiritados y bruxas en La Balma

La gente se agolpa en la entrada y dentro del mismo recinto y la batalla contra el demonio comienza. Las bruxas no se amedrentan fácilmente y siguen esconjurando y santificando a aquella pobre alma.
Unas ocho mil personas son testigos del espeluznante ritual y de repente, aquellas viejas tienen que sujetar a Rosario de pies y manos. La pobre muchacha de tan solo doce años de edad, parece mucho más fuerte que cualquier hombre.
“Es el demonio”, dice una de las viejas, pero la sujetan con firmeza y Rosario no puede soltarse.
El exorcismo duró horas y al final, como generalmente solía pasar, el endemoniado caía al suelo preso de un impresionante cansancio y el demonio o lo que quiera que fuese… desaparecía.
¿ Podían ser todos aquellos cientos, miles de endemoniados obra de Satán ?
¿ Enfermedades mentales o sugestión ?
Desde luego no entraremos a juzgar estos hechos pero la realidad es que está bien documentado como en la cueva de La Balma, durante estos exorcismos, más de un endemoniado levitó varios palmos del suelo mientras gritaba con voz monstruosa y eso de enfermedad mental, que se sepa… tiene poco.
O nada.

Miles de personas se agolpaban para ver a estos espiritados

No hay comentarios:

Publicar un comentario