lunes, 18 de noviembre de 2024

La maldición de los hombres lobo de Villanovilla

 

El ritual del paso del herniado, es muy popular en Aragón, donde nuestros árboles de poder, ancestrales árboles mágicos y muy poderosos, son los robles. Las hernias en los niños pequeños eran algo bastante habitual en estas épocas pretéritas pero como para todos los males... había un conjuro mágico que funcionaba contra el mal.

Poderosos robles
 

El ritual del paso del herniado consistente en pasar a un niño herniado por dentro de un tronco  de roble que tuviese un agujero o brecha.

Un hombre se colocaba a cada lado del mismo y se pasaban al niño varias veces diciendo el siguiente hechizo

-Tómalo Juan

-Dámelo Pedro

-Herniado te lo doy

-Sano te lo devuelvo

Se hacía tres veces y a continuación se ataba fuertemente el árbol cerrando la brecha. Cuando el árbol sanaba y comenzaba de nuevo a juntarse, el niño estaba curado.

Eso sí, había que hacerlo con toda la Fe del mundo desde luego.

En una ocasión, ¿ sabéis lo que le ocurrió a una mujer que estaba viendo el ritual y se mofó de los presentes ?

Ocurrió el hecho en Villanovilla. En el pirenaico valle de la Garcipollera.


Villanovilla



Con el ritual ya comenzado y el niño pasando de unas manos a otras por la hendidura del árbol, unas sonoras carcajadas comenzaron a escucharse.

Una de las presentes entre el público reía y reía. Les comentaba a todos los presentes que eran unos crédulos y que aquello era una sublime tontería.

Esa misma noche, la mujer acudió al roble y cruelmente, le arrancó la venda. La cuerda que sujetaba la herida para que el roble sanase y a su vez el pobre niño.

Aquel año, el pobre niño herniado no sanó. Nadie supo por qué, pues el conjuro siempre funcionaba.

El tiempo pasó, la cruel muchacha contrajo nupcias y tubo gemelos.

Y se dice que es entonces cuando llegó la venganza del poderoso espíritu del roble.

Se dijo que aquellos niños nunca aprendieron a hablar. Tan solo emitían unos sonidos guturales, como si fueran animales.

Aquellos niños nunca aprendieron a andar. Andaban como los perros o lobos a cuatro patas.

Hubo quien dijo que con los años, aquellos infelices, aquellos desgraciados niños, se convirtieron en hombres lobo.

Jamás hay que burlarse de los poderes de la naturaleza

 

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