sábado, 2 de julio de 2016

Trasmoz, el pueblo maldito



Bueno, pues aprovechando que hoy, día 2 de Julio del presente de nuestro señor el demoino, estamos en Trasmoz, presentando nuestro libro en la feria, creo conveniente contaros las inigualables maravillas de esta localidad.
Hay en Aragón un pueblo que es único en España.
Único por su enclave y su belleza, único por sus mitos y leyendas.
Y único porque es el único pueblo de España y puede que del mundo que oficialmente, está maldecido por la iglesia.
En el concepto de pueblos malditos, hemos añadido en algunas ocasiones varios pintorescos nombres como Belchite, Ochate…
Pueblos en los que se recopilan psicofonías, se pueden conseguir extrañas fotos, etc…
No es el caso de Trasmoz.
Trasmoz va mucho más allá. MUCHO.
Está maldito bajo el sello oficial de la iglesia. Constatado. Con documentos auténticos.
Durante décadas, la localidad estuvo enfrentada contra el poder ejercido por el Monasterio de Veruela.
Corría el año 1252 cuando el Obispo de Tarazona, ya se refirió al pueblo como maldito “por no seguir los dictados del abad y por ignorar las leyes de Dios y abandonarse sus gentes a prácticas heterodoxas”.
Impresionantemente, el Obispo, dictó sentencia de excomunión contra todo el pueblo.
Los datos nos dicen que el tema principal de la discordia venía por un argumento de  reparto de leñas entre Trasmoz y el Monasterio.
El Monasterio de Veruela era prácticamente y por así llamarlo, el dueño de todos los pueblos de los alrededores.
En la edad media, el abad de un monasterio era una persona poseedora de muchísimo poder.
Era como un pequeño rey, en la zona.
En el pueblo siempre había habido una gran tradición brujeril y los habitantes del mismo, aún siendo conocedores del caso, parecía que lo permitían, o al menos que no les importaba y fue precisamente esta situación, la que aprovechó el abad para lanzar la terrible maldición contra el poblado.
Por ejemplo en el siglo XVI, una discusión por el control de las aguas y explotación de las acequias se convirtió en una auténtica guerra.

Trasmoz y su castillo

En alguna discusión, el Señor de Trasmoz, Don Manuel Ximenez de Urrea, fue incluso capaz de arrojar desde la torre del homenaje de su castillo a más de un monje del monasterio.
La guerra entre los partidarios del Señor de Trasmoz y los del Monasterio fue cruel.
Participaron en ella más de dos mil guerreros y finalmente, el Monasterio pidió ayuda al Obispo de Tarazona quién se personó allí mismo y allí mismo, en la capilla principal del Monasterio, se produce el maleficio contra el pueblo.
Corría exactamente el año 1512.
Los monjes del monasterio, se arrodillaron todos para suplicar la intervención de Nuestro Señor.
La cruz de la abadía, se cubrió con un gran paño negro.
Y en ese momento, en voz alta y clara, se recitó el Salmo de la maldición de David:
 

Oh Dios de mi alabanza, no permanezcas callado,

   porque la boca del malvado y la boca del engañador se han abierto contra mí; han hablado de mí con lengua mentirosa,

    y con palabras de odio me han rodeado, y han peleado contra mí sin causa.

    En pago de mi amor me han sido adversarios, mas yo oraba.

    Y han puesto contra mí mal por bien y odio por mi amor.

    Pon a un malvado sobre él, y Satanás esté a su diestra.

    Cuando fuere juzgado, salga culpable, y su oración sea para pecado.

    Sean sus días pocos; tome otro su oficio.

    Sean sus hijos huérfanos y su mujer viuda.

    Y anden sus hijos vagabundos y mendiguen, buscando su pan lejos de sus desolados hogares.

    Apodérese el acreedor de todo lo que tiene, y extraños saqueen el fruto de su trabajo.

    No tenga quien le haga misericordia, ni haya quien tenga compasión de sus huérfanos.

    Su posteridad sea talada; en la segunda generación sea borrado su nombre.

    Sea recordada ante Jehová la maldad de sus padres, y el pecado de su madre no sea borrado.

    Estén siempre delante de Jehová, y él quite de la tierra su recuerdo.

    Por cuanto no se acordó de hacer misericordia, y persiguió al hombre afligido y menesteroso y al quebrantado de corazón, para matarlo,

    y amó la maldición, que ésta caiga sobre él; y como no quiso la bendición, que ésta se aleje de él.

    Y se vistió de maldición como si fuera su vestimenta, y entró como agua en sus entrañas y como aceite en sus huesos.

    Séale como vestido con que se cubra y en lugar de cinto con que se ciña siempre.

   Sea éste el pago de parte de Jehová para mis adversarios y para los que hablan mal contra mi alma.

    Y tú, Jehová, Señor mío, haz bien conmigo por amor de tu nombre; líbrame, porque tu misericordia es buena.

    Porque yo estoy afligido y necesitado, y mi corazón está herido dentro de mí.

    Me voy como la sombra cuando se alarga; soy sacudido como langosta.

    Mis rodillas están debilitadas a causa del ayuno, y mi carne desfallece por falta de gordura.

    Yo he sido para ellos objeto de oprobio; me miraban y meneaban su cabeza.

    Ayúdame, oh Jehová, Dios mío; sálvame conforme a tu misericordia.

    Y sepan que ésta es tu mano, y que tú, oh Jehová, has hecho esto.

    Maldigan ellos, pero bendice tú; cuando se levanten, sean avergonzados, pero regocíjese tu siervo.

    Sean vestidos de ignominia mis adversarios, y sean cubiertos de su vergüenza como con un manto.

    Yo alabaré a Jehová en gran manera con mi boca, y en medio de muchos le alabaré.

    Porque él se pondrá a la diestra del pobre, para librar su alma de los que le juzgan.

También los monjes pueden en casos extremos, echar terribles maldiciones

Tras recitar cada verso, los monjes daban un campanazo.
Para que quedara constancia del hecho.
Para que todos supieran que aquello, era palabra de Dios.
Todos y cada uno de los golpes de campana, se escucharon en todos y cada uno de los pueblos de la comarca.
La maldición es terrible, el Salmo de David es poderoso y cruel y cae como una losa sobre los habitantes de Trasmoz, de los cuales el Obispo dicta que jamás ninguno de los nacidos en esta localidad podrán entrar en el reino de los cielos.
Jamás.
El ritual se practicó una fría madrugada.
Los campanazos despertaron a todos los habitantes de los pueblos del Moncayo.
Campanazos tétricos, malditos.
No tocaban a misa. No tocaban a muerto. No.
Desde el Monasterio se estaba lanzando una terrible maldición.
Cada vez que una frase terminaba… toque de campana. Eran precisamente estos campanazos los que le daban el poder al conjuro.
El Salmo de David, como habéis leído, relata lo que le sucederá al impío cuando Dios actúe en su contra.
Ocho años después de la terrible maldición, la torre del homenaje, sufre un terrible incendio y el castillo de Trasmoz, es abandonado.
Tan solo las bruxas y sus demonios osaban entrar a sus ruinas.
Las bruxas han seguido reuniéndose en el castillo hasta incluso nuestros días.
Han pasado más de 500 años desde la maldición.
La maldición y excomunión sobre Trasmoz nunca jamás se levantó.
Hoy en día, sigue vigente.
Trasmoz sigue siendo un pueblo maldito.
Para la iglesia católica, todos los habitantes de Trasmoz desde entonces hasta ahora, todos, siguen malditos y jamás podrán entrar en el cielo.
Y posiblemente hoy, tanto yo como mis buenos amigos de la Editorial "Doce Robles", que estamos mostrando los mitos y las leyendas de la zona... tampoco.

Capilla desde donde se lanzó la terrible maldición

2 comentarios:

  1. Siento decir que nadie de la tierra pueda hacer eso. Estoy segura que Dios no lo comparte.
    Le que si es cierto que en los conventos, hay tumbas de bebes enterrados.Hipocresía

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  2. Va un poco en contra de lo que dijo Jesus de perdonar a los enemigos No?

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