domingo, 21 de agosto de 2016

Fantasmas en el Campo de Borja



En un pueblecito cercano a Borja también se sufrieron en aquella época los ataques de un misterioso fantasma.
Una de las vecinas, la Tía Pelagatos fue la primera en verlo.
Y se encargó como buena vecina que era de advertir a toda la comunidad de lo terrorífico que era el ser y lo poderoso pues se desplazaba a una velocidad increíble flotando por la carretera sin tan siquiera tocar el suelo.

Hace algunos años nadie sabía diferenciar un fantasma auténtico...

Pronto otros vecinos lo vieron también y el estupor y el miedo de la comunidad fue creciendo.
Ni tan siquiera las plegarias y esconjuros del párroco podían con el sobrenatural ente pues este seguía apareciendo a susa anchas cuando le venía en gana y vagando por la carretera arriba y abajo, se paseaba un rato y luego tan misteriosamente como había llegado… se marchaba.
Lo más misterioso del caso era que cada noche, tras la visita del fantasma, a uno le faltaban los tomates, a otro cuatro gallinas, a otro alguna sandía.
El Alcalde y todos los reunidos en asamblea dictaminaron que era muy extraño que nadie saliera a robar por las noches mientras el fantasma estaba al acecho a no ser que… fuese el mismo fantasma.
Aunque también se dictaminó que los fantasmas no necesitan tomates ni cebollas ni sandías, a no ser que… no sean fantasmas.
Un grupo de valientes, montó guarda cada noche, ocultos tras unos matojos en la orilla de la carretera hasta que apareció el fantasma a los pocos días, que resulto no ser otra que la misma Tía Pelagatos.

...de uno falso !

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