domingo, 1 de enero de 2017

Aquilué. La cueva de la mora

La llamada Cueva de la mora se encuentra en el término de Aquilué.
Muy cercana a la ermita de la Virgen de los rios.
Se sabe que la gruta, fue refugio de una preciosa sultana mora cuyo nombre, ya perdido por el paso del tiempo, quedó maldito de por vida.

Interior de La cueva de la mora de Aquilué

La muchacha se enamoró perdidamente de un caballero cristiano.
Los amoríos de la pareja llegaron a oídos de del esposo de ella.
Si bastante pecado era que una mujer casada se enamorase de otro hombre imaginaos lo que tuvo que ser además que el "otro" fuese un caballero cristiano.
El sultán montó en cólera y tendiendo una trampa a la enamorada pareja hizo asesinar al ultrajante caballero. La morica tuvo la suerte de conocer bien aquellos parajes y pudo escapar por aquellos bosques.
 Las tropas del sultán estuvieron buscando a la muchacha durante diez días y diez noches sin poder encontrarla y al final la dieron por muerta. La zona pirenaica es fría, posiblemente la chica estaba ya muerta por congelación, inanición o incluso devorada por las alimañas.

Aquilué

Ermita de la Virgen de los rios

Pero no.
Se equivocaban.
La muchacha había logrado refugiarse dado su pequeño tamaño en una cueva donde tan solo reptando con un cuerpo menudo y grácil como el de ella se podía acceder al interior y había sido alimentada en secreto por una vieja de Casa Lárrede.
La princesa al escapar había tomado "por si acaso" una pequeña bolsa llena de pepitas de oro y pagaba a la anciana por alimentarla, peinarla y por guardar su secreto.
Hay quién dice que con el paso del tiempo la morica quedó encantada y pagaba con pepitas de oro a las mujeres del lugar por subir cada noche a la entrada de la cueva para peinar sus negros cabellos con la condición de que al volver de bajada al pueblo, no girasen su cabeza hacia atrás.
Se dice que una de las viejas que la peinaba, una noche bajando de vuelta a su casa, al notar unos extraños pasos tras de sí, se dio la vuelta para mirar y las pepitas de oro, desaparecieron para siempre y la morica, con ellas.

Moricas encantadas en cuevas aragonesas

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