domingo, 12 de marzo de 2017

Las bruxas en la Peña de Asba



La fama y el poder de las bruxas y bruxons en la comarca del Sobrarbe es de sobras conocida desde hace muchos años.
En uno de los tozales, el llamado “La peña de Asba”, estas bruxas se reunían frecuentemente para hacer sus aquelarres y reuniones secretas y para adorar al diaple.

Museo de brujería del Sobrarbe
En estas reuniones además de practicar las más impensables aberraciones sexuales a contra natura, se bailaba frenéticamente, se consumían extrañas y poderosas plantas y en algunas ocasiones, en los días de mayor solemnidad de la iglesia, se comían cadáveres de niños recién nacidos. Robados a sus nodrizas durante la noche.
En esta reunión siempre había una bruja que mandaba más que las demás. Era la que solía tener trato directo con el demonio y en ocasiones incluso fornicaba con él, éste último transformado en un enorme macho cabrío de gigantesco falo.
Algunas de estas bruxas dijeron:
El pene del diaple es monstruoso. Es tan largo y tan grueso como un brazo de un hombre.
Cuando expulsa su semen en nuestro interior es un líquido muy denso y gélido. Completamente helado.
Sin embargo al retirar el pene ese semen nos arde por dentro. Parece que te va a quemar las entrañas.
A pesar de todo, inexplicablemente, el sexo con Satán es la sensación más placentera que una mujer puede experimentar. Es mil veces más placentero que practicarlo con cualquier hombre

Las referencias al pene del diaple son incontables

Fue en una de estas reuniones donde la reina de las bruxas, avisando como siempre de la fecha del siguiente aquelarre, les dijo al resto de bruxas:
“Recordad no traer con vosotras ninguna figura sagrada ni decir ninguna palabra o nombre santo, pues de lo contrario no podríamos hacer el mal y la noche quedaría perdida”
Todas estuvieron de acuerdo, como siempre. Aquella noche además era especial, pues tres jóvenes novicias se presentaban a Satán por primera vez y esa fiesta era una de las más importantes.
La luna se escondió y las bruxas fueron llegando montadas en sus escobas desde todos los rincones de las comarca.
Las novicias estaban preparadas para entregarse al diaple y cuando el macho cabrío hizo aparición entre todas ellas, tal y como llegó, con enorme fogonazo azul que se vio desde muchos pueblos, desapareció de nuevo dejando allí una intensa olor a azufre.
Una de las novicias llevaba sin querer un pasador de plata en el pelo. Una aguja. Y en le misma aguja una imagen de Nuestro Señor. Eso era lo que había impedido al demonio hacer acto de presencia aquella noche.
Aunque el pasador impidió la entrega de la novicia a Satán no pudo impedir la paliza que le propinaron el resto de bruxas pues les fastidió una de las noches más importantes donde iban a preparar multitud de pociones y mejunjes.
Las bruxas de la zona han seguido reuniéndose en la peña de Asba prácticamente hasta nuestros días.

El Tozal de Asba desde Santa María de la Nuez

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