domingo, 14 de mayo de 2017

Los tres espíritus errantes de la comarca de Borja



Ocurre cada año durante el equinoccio de otoño.
Hay tres espíritus errantes, que anduvieron por Aragón hace muchos años y es precisamente en esa noche cuando retornan por un instante a los que fueron sus hogares hace ya tantos y tantos años y deambulan, afligidos, durante esa noche mágica por sus corredores y almenas.
Son los espíritus de Zuleika y Zubella.
Dos moras que aparecen en el castillo de Borja la una y en el palacio de Bulbuente la otra.
Y todavía aparece otro espíritu. El tercero.
Aparece sobre las destrozadas almenas del castillo de Trasmoz, aullando como una fiera. Es el espíritu del mismísimo diablo, del diaple.

Siempre recurrente el imponente castillo de Trasmoz en nuestro legendario

En aquella época a la que refiere la leyenda, entrado el siglo XI, había un gobernante.
Serio. Se dice que nunca jamás se le había visto sonreír. Gobernaba sus territorios sabiamente y con mano de hierro.
Su nombre era Ahmed Mutamid.
Había sido gobernador de varias ciudades. Las tomaba en pleno caos, ponía las cosas en su sitio y se marchaba a otra.
Cierto día, llegó Ahmed a Borja y se convirtió en el gobernador de la ciudad zaragozana.
Allí Ahmed podía incomunicarse en el retiro de su palacio.
Pasaba una enorme cantidad de horas él solo. Encerrado en una de las torres, en la más alta. Incomunicado y con orden de no ser molestado bajo ningún concepto.
¿ Sabéis con qué fin ? Con el fin de estudiar.
Ahmed había caído en las garras del estudio de la sabiduría oculta, de la nigromancia, la alquimia, la astrología, la cábala.
No hacía otra cosa que estudiar y estudiar y profundizar cada día más en estos arcanos saberes.
Ahmed llegó a ser un auténtico maestro en adivinación e invocación a los muertos, llegó se dice, a conseguir la ansiada transmutación de los metales. Hay quien dice que pudo llegar a conseguir la inmortalidad, tal era el poder y el conocimiento de aquel gobernador.
De cualquier modo, Mutamid quería más.
Ansiaba toda la sabiduría del universo. Toda.
Y encontró un modo de poder conseguir lo que ansiaba.
Tras muchas noches de rituales de sangre, de invocaciones maléficas, de magia negra y de oraciones impías, hay quién dijo que incluso algún sacrificio humano tuvo lugar en estos ritos, pero por fin, invocó al mismísimo diablo.
Esa misma noche, la que apareció el diablo, los enemigos de Ahmed estaban llegando a la ciudad, en un día o dos , llegarían a buen seguro.
El diaple, aprovechando esta ocasión le ofreció a Mutamid un pacto.
Él, en una sola noche construiría un castillo.
Una poderosa atalaya desde la que poder aplacar el progreso de las tropas enemigas que iban a llegar a Borja.
El diablo a cambio, como no podía ser de otro modo, le pidió un alma.
Pero no la suya, no. El diaple no necesitaba el alma de Ahmed para nada.
Le pidió el alma de la primera persona de su familia que viese ondear en Borja la bandera con la cruz cristiana.
El mago aceptó las condiciones del diablo, pensando que como tampoco tenía familia, le iba a dar igual el trato y no muy convencido del poder del diaple para edificar un castillo en tan solo una noche.
En efecto el pacto se cumplió.
Por artes oscuras, por medio de la magia negra y el poder del diablo, el poderoso e imponente y siempre maldito castillo de Trasmoz se levantó en una sola noche.
Y con la posición ganada, el ejército de Mutamid derrotó a los cristianos allí mismo.
El estratégico castillo del diaple, había sido de mucha utilidad.
Cierta mañana, varios soldados de Ahmed, apresaron a una muchacha que deambulaba por las cercanías.
Se llamaba Isabel. Mutamid se prendó de la hermosa joven e incapaz de resistir, se casó con ella.
Tan solo un año después, la joven da a luz una preciosa niña fruto de aquel amor con Ahmed. La niña llevó como nombre Zubella. Corría la fecha exacta de quince de Noviembre del año mil noventa y seis (el mismo día en el que San Jorge se aparece a los cristianos en la batalla de Alcoraz), ¿ no os parecen bonitas las casualidades ?
Desgraciadamente Zubella nunca conoció a su madre pues la preciosa Isabel murió durante el parto.
Zubella fue criada por una anciana tata procedente de los Pirineos. La vieja era Zuleika, ese era su nombre.
A escondidas de Mutamid, Zuleika fue instruyendo a Zuleya en secreto, en las viejas costumbres y en el cristianismo.
Las dos vivían en el palacio familiar, en Bulbuente.
El mago  prendado de su hija como estaba abandonó su dedicación a la nigromancia y a las artes oscuras y pasaba los ratos con su hija.
Era lo mejor que le había dado este mundo.

Palacio de Bulbuente en la actualidad

Pasaron los años de esta guisa, llenos de felicidad para todos pero la profecía del diaple estaba por cumplirse.
El veinte de Septiembre del año mil ciento ocho, las tropas cristianas del rey batallador entraban en Borja arrasándolo todo por donde pasaban y escalando las murallas de la fortaleza, el estandarte de la cruz de San Jorge es clavado en lo más alto de las almenas de aquel castillo.
Cuando los conquistadores logran penetrar en el recinto se encuentran con que está vacío. Ningún ejército ni ningún mortal se halla dentro para proteger la plaza. ¿ Qué está ocurriendo ? ¿ Qué es aquel silencio ?
Tan solo queda un intenso olor a azufre en aquellas silenciosas estancias.
Tan solo el tintineo de las espadas y las armaduras de aquellos caballeros se escuchan.
Están convencidos de que aquello es obra de un encantamiento pero ante la facilidad del suceso, conquistaron Borja en muy poco tiempo.
¿ Sabéis lo que había pasado ?

Ruinas del castillo de Borja

En efecto, cuando el estandarte con la cruz ondeó en la almena, la primera persona en verlo fue Zulaya, la hija de Ahmed  y es en ese mismo momento cuando el diaple se le apareció al mago.
Exigiendo su alma.
Exigiéndole a Mutamid su parte del pacto.
Pero ahhh… Mutamid conservaba intacto todo su poder. Había dejado de practicar la magia pero no había perdido ni un ápice de su antiguo saber y en ese momento lanzó un poderoso encantamiento.
En ese mismo momento el mago transformó en piedra a su hija, a la esclava Zuleika, a las esclavas, a los cocineros, a todo el ejército. Transformó a todos en piedra, hasta a sus perros y una vez realizado este conjuro, se entregó al señor del infierno.
Llévame a mí, pues conmigo es con quien hiciste el pacto, diablo.
El demonio enfurecido, y gritando como un poseso, agarró a Mutamid en ese mismo momento y lo arrastró hasta el infierno, donde aún estará.
Es por eso que todos los años, durante este equinoccio de otoño, aniversario de la reconquista cristiana de la ciudad de Borja, se aparecen estos tres espectros errantes en tres lugares muy determinados.
Alrededor de la media noche.
Sobre el palacio de Bulbuente, se aparece el fantasma de la anciana Zuleika, herida en el alma por la pérdida de su preciosa Zuleya.
Sobre los torreones del castillo de Borja, se aparece el espíritu de Zuleya. También oscura, triste y melancólica y se le puede escuchar llorar por su padre.
La tercera sombra, la más siniestra de todas, se aparece sobre la torre del castillo de Trasmoz.
Es la silueta del mismo diablo que, enfurecido por el engaño lanza poderosas tormentas y rayos contra las ciudades de la comarca.

Preciosas moricas encantadas


No hay comentarios:

Publicar un comentario