Año 1955 y por la ciudad comienza a correr un rumor que
llegó a extenderse de tal modo que el mismo Heraldo de Aragón se hacía eco de
esta guisa:
Desde hace aproximadamente una semana
existen en nuestra ciudad unos veinte establecimientos con cámara propia,
autorizados, pero se supone que en este mes se abrirán algunos más, a fin de
facilitar al público su adquisición.
La carne de ballena fresca se vende en
Zaragoza a 14’75 pesetas kilogramo, y llega a nuestra ciudad envuelta en malla
blanca de algodón, dentro de cajas precintadas y en bloques de unos ocho kilos.
Estas ballenas proceden de la zona del cabo
de Finisterre, y diariamente es transportada su carne en frigoríficos. Madrid
la consume desde el año 1950 y posteriormente se ha extendido su consumo a
Barcelona, Oviedo, Santander y Bilbao. No huele a pescado. Su sabor es parecido
al del buey.
Tuvimos ballena en los bares zaragozanos...?? |
Los zaragozanos más mayores recuerdan haberla probado.
Tenemos testimonios como por ejemplo el de Sergio que dice: “Mi madre la recuerda como un producto que, curiosamente,
no se vendía en pescaderías pese a su origen, sino en carnicerías. Al parecer,
mi abuela la adquiría en un mercadillo situado en la avenida de Valencia y su
hija ha definido como muy blanda, vendidas en grandes filetes que, por su tamaño,
era necesario trocear”, u otro testimonio, el de Boris, que contaba: “Yo tenía catorce o quince años cuando
aterrizó, para mi, uno de los mejores manjares que recuerdo y que en esa época
escaseaban, la carne de ballena. Efectivamente, eran unas piezas enormes, y de
las que salían unos filetes que no cabían en el plato. Fue mi abuela Felisa
quien los compraba y los adobaba con ajo, aceite y perejil, porque así le
habían dicho que eran más sabrosos. Luego los empanaba y estaban deliciosos. Es
cierto que se decía que si sabían a carne o a pescado, y tengo que reconocer
que, si se consumían con rapidez, no se diferenciaban de la mejor ternera; pero
si pasaban algunos días tenían un cierto regusto a los túnidos. De cualquier
forma, cuando veo algún reportaje de naturaleza en el que se trata a estos cetáceos,
siempre quedarán en mi memoria esos gozosos momentos que me proporcionó la
degustación de su increíble y exótica carne”.
Del mismo Heraldo de Aragón hemos obtenido la receta que en
aquellos días se publicó para confeccionar las albóndigas de ballena:
Se pica la carne de ballena con
tocino de jamón, ajo, perejil y sal. Todo esto se une bien, poniendo, por cada
cuarto de kilo de carne, cincuenta gramos de tocino, dos gramos de ajos, el perejil
a gusto del que lo hace y un huevo. Una vez preparado, hacer las albóndigas,
freírlas y, en salsa de tomate o de harina, hervirlas un ratito.
Ballena...? |
A día de hoy no nos engañemos... nadie podría asdegurar si hubo ballena en nuestroa zaragoznos bares pero desde luego... y porqué no...?