"N'a mía cambra
tiengo un muerto,
que me alza
toz os sicretos"
Adivinanza
Los bruxones y las bruxas aragoneses han sido muy amigos de
utilizar antiguos y poderosos grimorios.
En, prácticamente, todas las culturas poderosos compendios
mágicos han salvaguardado los secretos más íntimos de los bruxones y en
Aragón, tierra mágica, no podía ocurrir de otro modo.
Los grimorios atesoraban una increíble sabiduría oculta y la
guardaban tan solo para la bruxa o bruxon que en él escribían o para aquellos
que tenían el libro a buen recaudo.
En la sociedad aragonesa de hace unos siglos, una sociedad
analfabeta y crédula, los libros eran algo importante, eran algo casi venerable.
Pues el caso es que si además de lo que estábamos hablando era de un grimorio,
ese libro era además temido.
Ya no era un libro, aquellos humildes tomos en apariencia se
convertían en un instrumento, en una herramienta.
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Quien os habla con un ejemplar del "Libro de San Cipriano" |
¿ Y para qué servían ? Pues nada más y nada menos que para
conocer los poderes ocultos.
Los poderes ocultos de la naturaleza. Los poderes ocultos de
la magia. Poderes antiguos, arcanos, peligrosos en muchas ocasiones.
Los poderes del mundo de los muertos en muchas ocasiones o
incluso se decía que para conocer los poderes del diablo, del mismísimo diaple.
El más buscado y temido de todos los grimorios en Aragón era
“El libro de San Cipriano”
El libro de San Cipriano, si prestamos atención a las
crónicas aragonesas, veremos que es, por encima de todos, el más cotizado y
utilizado por las bruxas y los bruxones en esta tierra.
El título correcto del libro, bueno los títulos, pues se
podían encontrar con varios depende de la edición del mismo, y eran:
“El libro de San
Cipriano y Santa Justina. Milagros y oraciones de la Santa y Sagrada Cruz de
Caravaca”
o
“El libro de San Cipriano. Tesoro del hechicero”
Se decía que el mago Cipriano de Antioquía, que había sido
mago antes de ser santo, había escrito este compendio. Cipriano fue un poderoso
mago pagano del cual se sabía que, además de grandes poderes y sabiduría, tenía
tratos con los demonios. Con la ayuda de estos demonios intentó pervertir el
alma de una joven virgen cristiana, Justina.
Pero la muchacha lograba repeler todos los ataques de los
demonios. Absolutamente ningún demonio podía nada contra ella y al final, con
la señal de la cruz, Justina logró expulsar a todos los demonios de allí.
Cipriano, desesperado como estaba ante tal frustración, hizo
él mismo la señal de la cruz y en ese mismo momento se vio librado de la influencia
del diaple llegando incluso a ser obispo.
Durante la persecución de Diocleciano fueron mártires y,
finalmente, santos.
Pues bien, volviendo al libro y a sus títulos os
revelaremos que, fijaos si llegó a tener importancia entre los hechiceros aragoneses,
que en ocasiones para referirse a él las gentes tan sólo lo llamaban “El libro
de las bruxas” o “El libret verde”, pues una de las ediciones más populares de
aquella época tenía sus tapas de color verde, mientras tanto, las bruxas y
bruxones se referían a él tan sencilla y discretamente como “El libret”. Se
hablaba de él siempre con la voz más apagada, como si se creyese que
simplemente con mencionarlo pudiésemos despertar algún oscuro secreto dormido
desde hace siglos.
Se decía del Libret que, su sola posesión, concedía al señor
del mismo los poderes necesarios para comenzar inmediatamente a practicar la
brujería.
¡ Y no digamos su lectura ! Pues en esta sociedad
analfabeta, aquellos poseedores del Libret que supieron leer se convirtieron en
algunos de los más poderosos brujos del momento.
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Junto con el círculo mágico, protector de demonios en algunos casos |
El libret era necesario para convertirse en bruxa, para
poder dar el mal, esos maldaus que caían sobre las gentes como gélidas
maldiciones capaces de amargarte de por vida, para conjurar impresionantes
tormentas que arrasaran aquí y allá donde el bruxon deseara, para encontrar
tesoros ocultos, para hacer llover piedras o monedas de oro, depende del
momento, para atraer desgracias y males,
En Aragón, cuando las bruxas eran desterradas o azotadas o
quemadas (las que menos, realmente), muchas gentes llegaban a enloquecer
buscando el libro de San Cipriano en casa de la acusada, era el libro más
deseado de todos cuantos se pudiese hallar.
Aunque también conocemos casos de otros que, por poner en
práctica algunos de los ritos que el libro describe, llegaron a sufrir grandes
desgracias o incluso la posesión diabólica. Y eso que en las primera páginas
del Libret ya había un aviso sobre los peligros que entrañaba el utilizarlo sin
reunir las condiciones adecuadas, pero ay amigos… el afán de poder de algunos
los lleva en ocasiones a cometer locuras, ¿ no os parece ?
Ha habido gentes que no sabían cómo el libro había ido a
parar a sus casas, que no sabían cómo lo tenían, pero lo peor de todo es que no
se podían deshacer de él.
El libro de San Cipriano tenía sus propios encantamientos,
era mágico entre todos los demás.
Tenía encantamientos protectores que hacían imposible la
tarea de destruirlo o deshacerse de él si él no quería.
Es por eso que corren por las librerías y bibliotecas de los
más poderosos bruxones de la actualidad auténticos incunables de este ejemplar
desde el año 300 de nuestra era.
¿ No os parece impresionante ?
Comienza así nuestro libro:
Aquella persona, varón
o hembra que quiera dedicar su espíritu a las artes mágicas deberá poseer una
verdadera vocación por ello. Es muy importante que no olvide que los espíritus
a quienes invoca, leen sus pensamientos.
Si no pone en la
invocación todos sus sentidos en lugar de ser atendido su conjuro será
castigado por su temeridad por los mismos espíritus a quienes haya molestado o
llamado para pactar con ellos.
Deberá a sí mismo
tener presente que no podrá realizar las invocaciones en sitios donde haya
cruces o símbolos bendecidos.
La persona deberá estar
absolutamente sola a no ser que la acompañe persona iniciada en el Arte o que
tenga hecho pacto con algún espíritu.
Si los conjuros no pudieran realizarse como nos indica el
libret, en la cima de una montaña por donde discurra un rio a sus pies,
prepararemos una habitación al respecto y una vez ya dispuesta, tendríamos que
formular el siguiente conjuro:
"Ya se halla preparado el lugar para los experimentos;
en él no hay nada bendecido ni signos religiosos; mi alma se halla
completamente libre de espíritu divino y dispuesta al pacto con los espíritus
del Averno, a los cuales voy a invocar con toda mi voluntad, y sin obedecer a
mandato o imposición de nadie".
En algunos ejemplares el documento estaba escrito en dos
colores. En tinta roja y en tinta negra. Y se dice que ha habido testigos que
vieron cómo cuando la bruxa leía en voz alta las palabras del libro, al llegar
a los fragmentos que estaban escritos en tinta roja, todo parecía cobrar vida.
Era como si los objetos de la estancia se moviesen dicretamente, tal era el
poder del Libret.
Se dice que el libro de San Cipriano era resistente al calor
y a las llamas.
Que el fuego no podía destruirlo, que era totalmente incombustible.
Se han dado casos de ejemplares que, al acercarlos tan solo
al hogar para intentar prenderles fuego, ellos solos han echado a volar
chimenea arriba para volver a aparecer en el estante donde se hallaban a las
pocas horas.
O otros casos en los que el libro caía a las llamas y no se quemaba
por mucho rato que allí permaneciese, ¡ o incluso llegar a apagar el fuego !
Tampoco el libro se desgajaba con el agua ni se humedecía.
Podías arrojarlo al fondo de un pozo, echarlo al rio, intentar arrancarle las
páginas… todo daba igual. Al final el Libret volvía a aparecer en sus estante a
los pocos días.
Se dijo que la sola entrada de este volumen en una vivienda,
era suficiente para que la casa quedase inmediatamente espiritada, embrujada.
La mera posesión del mismo, era invitación a duendes y espíritus a entrar en tu
casa y quedarse en ella para siempre.
Duendes malignos que en más de una ocasión, haciendo la vida
insoportable a los habitantes de la morada llegaron a hacer que estos
abandonaran sus casas e incluso su pueblo. Algunas de estas casas o enclaves
espiritados por el Libret, quedaron encantados hace más de mil años y aún a día
de hoy podemos encontrar duendes y espíritus habitando en los más oscuro de sus
alcobas y pasillos, como por ejemplo en la Aljafería o en el mismísimo castillo
de Loarre.
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La posesión de un grimorio podía conllevar en ocasiones algunos "problemillas" |
Fórmulas, hechizos y conjuros van discurriendo a través de
sus páginas.
Todas ellas arcanas, poderosas.
Se cree que algunas de sus copias, las más poderosas son las
que realizó un monje alemán entre los años 1001 y 1010.
Jonas Sufurino es el nombre del fraile. Perteneciente al monasterio
de Broken. Monasterio donde se decía se celebraban aquelarres y misas negras
hace mil años.
Sufurino, explica en la introducción del Libret que este
tratado fue copiado por él mismo de un original antiquísimo que, escrito en
hebreo, le fue entregado por el mismo diablo.
Nos cuenta el monje que en el original, había una
dedicatoria escrita de puño y letra y firmada por el diaple.
Él la tradujo y ésta decía así:
Dedicamos este libro
al nuevo adepto en las ciencias desconocidas.
Debajo de esta dedicatoria había un apunte.
Una nota garabateada a mano y firmada al final. También se
tradujo. Fue la siguiente:
Declaro que este libro me ha mostrado la verdadera
sabiduría, logrando con su estudio un dominio absoluto
sobre todo lo creado.
¿ Sabéis quién lo firmaba ? Por supuesto. Cipriano el Mago.
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