A medida que se acercaba la hora de la cita, se presentaban nuevas gentes:
Más de una docena de curas del Labourd, armados de espada,
en compañía de sus queridas, que eran las sorosas de las iglesias,
a quienes los franceses llamaban benedictas,
llegaban dispuestos a bailar en el aquelarre y a decir la misa negra.
La Dama de Urtubi
Pio Baroja 1916
Aunque comprensiblemente no se haya hablado mucho de los curas diaples aragoneses ( tema molesto para la iglesia ) nos han llegado sus historias, sus leyendas y lo que es más importante, han llegado hasta nuestros días pruebas y documentos feacientes de algunos de ellos.
Los curas dieples eran bruxones, y de los más poderosos y peligrosos.
No eran otra cosa que auténticos sacerdotes cristianos que, renegando de la Fé, dirigían su mira hacia el mal, pactando con el diablo. El Diaple, en Aragón.
Cura diaple oficiando una misa negra |
Estos portadores del mal eran mucho más valiosos a la hora de maldecir, de dar una misa negra, de espiritar una casa o familia que cualquier otro bruxon. El Diaple, el demonio estaba muy orgulloso de estos secuaces pues eran ellos la mayor ofensa, la mayor burla que podía hacerse a nuestro señor.
Apoderarse del alma de uno de sus fieles. De un cura.
En un pueblo en el que había un cura diaple, todas las demás bruxas y bruxones le seguían, obedeciéndole.
Era él el que oficiaba la misa negra al lado del propio demonio. Era él quién daba su beneplácito para embrujar a las gentes para echarles el maldau, el "mal dado". El mal de ojo.
Era él el que conocía todos los secretos de los lugareños, los más recónditos secretos de todo el mundo que en secreto de profesión se le explicaban a este hechicero. Secretos que por supuesto, se volvían inmediatamewnte contra los confesores.
Eran mucho más peligrosos que cualquier otro bruxon, que cualquier otro brujo porque en los pueblos, al cura, se le deja entrar en las cvasas. De hecho una de los trabajos que hacen los curas de pueblo es ir a visitar a los feligreses casa por casa. Merendando, dando alguna confesión, escuchando... y es entonces cuando el cura diaple entraba en tu casa con total impunidad y quién sabe lo que podía hacerte !
Desde hacerte un maleficio, a espiritarte la casa o encortarte, obsequiarte con un maldau.
Tenemos algunos casos de estosa curas hechiceros, conocedores de lenguas antiguas y libros prohibidos como el de San Cipriano, por ejemplo. Importantísimo tomo para todos los bruxones e estas tierras.
Pio Baroja nos relata cómo uno de estos curas diaples estuvo actuando en Mirambel.
Se llamaba Francisco Montpesar.
El joven sacerdote fue destinado al convento de San Agustín como confesor y organista.
Se sabe que era hijo de un maestre templario. Ya venía el hombre el peor de los pecados pues los caballeros templarios hacían voto de castidad. Imaginaos.
Al poco tiempo de llegar a Mirambel, este cura ya había seducido a algunas doncellas ( doncellas que se dice, desaparecían al poco de haberle entregado al sacerdote lo que él deseaba ) del pueblo y al poco tiempo había fornicado ya con varias monjas del convento.
Una de las monjas, Sor Encarnación, llegó a concebir y alumbrar aunque gracias al cielo no a críar a un hijo del cura diaple de Mirambel.
Un hijo que, cuentan las crónicas nació con dientes y nada más salir, se dedicó a chillar como un demonio, a morder a su madre y a trepar incluso por las frías paredes hasta llegar al techo. Este monstruoi, murió a los diez minutos de nacer, echando espumarajs por la boca y chillando como un maldito.
La naturaleza no aguantó tal monstruosidad.
Al cura, le ayudaba una bruxa a la que llamaban "La Garrotxa", de esta vieja nada más se supo. Las crónicas no desvelan nada acerca de ella.
El cura demoníaco llegó incluso a convertir la ermita del Santo Sepulcro en lugar de reunión de bruxas, en lugar de sacrificios y misas negras. Sacrificios de animales y hay quien dice de seres humanos. Ceremonias nigrománticas, orgías satánicas. Escuela de magia negra, y de magia roja, lugar de aborrecimiento y maldad.
Se dice incluso que al igual que los templarios, allí se adoraba una misteriosa cabeza barbuda. Quién sabe si la del emonio o la de algún Baphomet.
Contaban en el pueblo que era impresionante ver cómo la figura del cura diaple se te aparecía aquí o allí. Donde quisiera que fueses, el podía aparecer o ya estar allí.
Y siempre seguido de la enorme figura de un gigantesco perro negro.
Un sabueso del infierno como después se supo.
Con los años, todo se llegó a sospechar pues el cura diaple de Mirambel fue denunciado por otro cura, por el cura de Sarrión.
Iba este pobre pastro a su casa una noche y se le apareció un enorme perro negro en la noche. Dispuesto a atacarlo.
El cura de Sarrión pudo salir airoso del encuentro gracias a su Fé pero no sin antes reconocer en la figura de gigantesco perro al cura diaple de Mirambel.
En plena noche de ánimas, cuando el cura diaple estab reunido con una de sus amantes en la ilesia de la localidad, vio pasar un funeral por delante de la ventana del conventa. Era un funeral en el que él mismo era el muerto. Y en rededor suyo no había otra cosa que fantasmas del purgatorio y almetas en pena..
Era la muerte. Había venido a buscarle y le mostraba esta extraña visión e muerte y horror.
El cura diaple enloquicido tras la visión, salió disparado hacia la capilla de la ermita. Chillando, aullando como un perro.
Allí mismo lo detuvieron unos soldados de la santa inquisición que ya habían salido a por él y lo encerraron en otro monasterio. Prisionero hasta el fin de sus días.
No desapareció el cura diaple sin una última barrabasada pues encantó el convento de Mirambel, y esté quedó completamente lleno de espíritus y demonios. Hay quien comenta que tanto en la ermita como cerca del cementerio en algunas ocasiones pueden verse la sombra del cura hechicero y la de su maldito perro.
Apoderarse del alma de uno de sus fieles. De un cura.
En un pueblo en el que había un cura diaple, todas las demás bruxas y bruxones le seguían, obedeciéndole.
Era él el que oficiaba la misa negra al lado del propio demonio. Era él quién daba su beneplácito para embrujar a las gentes para echarles el maldau, el "mal dado". El mal de ojo.
Era él el que conocía todos los secretos de los lugareños, los más recónditos secretos de todo el mundo que en secreto de profesión se le explicaban a este hechicero. Secretos que por supuesto, se volvían inmediatamewnte contra los confesores.
Eran mucho más peligrosos que cualquier otro bruxon, que cualquier otro brujo porque en los pueblos, al cura, se le deja entrar en las cvasas. De hecho una de los trabajos que hacen los curas de pueblo es ir a visitar a los feligreses casa por casa. Merendando, dando alguna confesión, escuchando... y es entonces cuando el cura diaple entraba en tu casa con total impunidad y quién sabe lo que podía hacerte !
Desde hacerte un maleficio, a espiritarte la casa o encortarte, obsequiarte con un maldau.
Pensaban nuestros antepasados que era precisamente el cura el que te había de ayudar contra las bruxas, pero en ocasiones... |
Tenemos algunos casos de estosa curas hechiceros, conocedores de lenguas antiguas y libros prohibidos como el de San Cipriano, por ejemplo. Importantísimo tomo para todos los bruxones e estas tierras.
Pio Baroja nos relata cómo uno de estos curas diaples estuvo actuando en Mirambel.
Se llamaba Francisco Montpesar.
El joven sacerdote fue destinado al convento de San Agustín como confesor y organista.
Se sabe que era hijo de un maestre templario. Ya venía el hombre el peor de los pecados pues los caballeros templarios hacían voto de castidad. Imaginaos.
Al poco tiempo de llegar a Mirambel, este cura ya había seducido a algunas doncellas ( doncellas que se dice, desaparecían al poco de haberle entregado al sacerdote lo que él deseaba ) del pueblo y al poco tiempo había fornicado ya con varias monjas del convento.
El "Arco de San Agustín" se cree que fue la antigua entrada al desaparecido convento |
Una de las monjas, Sor Encarnación, llegó a concebir y alumbrar aunque gracias al cielo no a críar a un hijo del cura diaple de Mirambel.
Un hijo que, cuentan las crónicas nació con dientes y nada más salir, se dedicó a chillar como un demonio, a morder a su madre y a trepar incluso por las frías paredes hasta llegar al techo. Este monstruoi, murió a los diez minutos de nacer, echando espumarajs por la boca y chillando como un maldito.
La naturaleza no aguantó tal monstruosidad.
Al cura, le ayudaba una bruxa a la que llamaban "La Garrotxa", de esta vieja nada más se supo. Las crónicas no desvelan nada acerca de ella.
El cura demoníaco llegó incluso a convertir la ermita del Santo Sepulcro en lugar de reunión de bruxas, en lugar de sacrificios y misas negras. Sacrificios de animales y hay quien dice de seres humanos. Ceremonias nigrománticas, orgías satánicas. Escuela de magia negra, y de magia roja, lugar de aborrecimiento y maldad.
Se dice incluso que al igual que los templarios, allí se adoraba una misteriosa cabeza barbuda. Quién sabe si la del emonio o la de algún Baphomet.
Ermita del Santo Sepulcro. Mirambel Siglo XVII |
Y siempre seguido de la enorme figura de un gigantesco perro negro.
Un sabueso del infierno como después se supo.
Con los años, todo se llegó a sospechar pues el cura diaple de Mirambel fue denunciado por otro cura, por el cura de Sarrión.
Iba este pobre pastro a su casa una noche y se le apareció un enorme perro negro en la noche. Dispuesto a atacarlo.
El cura de Sarrión pudo salir airoso del encuentro gracias a su Fé pero no sin antes reconocer en la figura de gigantesco perro al cura diaple de Mirambel.
Sabueso del infierno |
Era la muerte. Había venido a buscarle y le mostraba esta extraña visión e muerte y horror.
El cura diaple enloquicido tras la visión, salió disparado hacia la capilla de la ermita. Chillando, aullando como un perro.
Allí mismo lo detuvieron unos soldados de la santa inquisición que ya habían salido a por él y lo encerraron en otro monasterio. Prisionero hasta el fin de sus días.
No desapareció el cura diaple sin una última barrabasada pues encantó el convento de Mirambel, y esté quedó completamente lleno de espíritus y demonios. Hay quien comenta que tanto en la ermita como cerca del cementerio en algunas ocasiones pueden verse la sombra del cura hechicero y la de su maldito perro.
Cura oficiando una misa negra |
Una vieja, subida sobre una piedra,
peroraba en vascuence contra la religión y la Iglesia.
Era una vieja escuálida, vestida de
negro, iracunda y siniestra.
La gente la escuchaba, asintiendo, y los curas... sonreían.
La Dama de Urtubi
Pio Baroja 1916
Curas malos
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