Hace ya muchos años, uno de esos tiranos que hemos tenido
por Aragón, empecinó en hacer algo horrendo.
El individuo no era otro que Joham de Urriés, el Señor de
Larrés.
Tras una discusión se empecinó en hacer desaparecer el
pueblecito de Senés.
Ya no destruirlo, no.
Peor.
Deshabitarlo, borrarlo de la memoria, de la historia. Ya
sería el impertérrito paso del tiempo el que se encargaría de borrarlo del
mapa. De que no quedase piedra sobre piedra.
Tanta manía tomó el señor de Larrés a la población de Senés
que incluso dictó una sentencia por la cual, todos los documentos, escrituras e
incluso partidas de nacimiento pertenecientes a los habitantes de este pueblo
habría que quemarlos.
Senés de Alcubierre |
La población se reveló, por supuesto, pero poco o casi nada
podían hacer y justo cuando ya pensaban que estaban perdidos, cuando ya estaban
seguros de que su amado pueblo se perdería para siempre en el olvido durmiendo
el sueño de los justos, la intervención divina se puso de parte de aquellos
pobres lugareños.
La Virgen de Serés se negaba a marcha de la capilla de la
iglesia.
Era trasladada y a los pocos días desaparecía y volvía a
aparecer en su iglesia. En su pueblo.
Hasta cuatro veces ocurrió este fenómenos y ante la vigilancia
de varios soldados, la Virgen volvía a desaparecer.
Nunca se supo si aquellos milagrosos traslados fueron operados
por algún vecino o por algún vecino devoto o por qué no… por la auténtica
intercesión de la Virgen.
El caso es que gracias al milagro, el pueblo no desapareció
y al que ya casi está olvidando la historia por completo es al tirano de Joham
de Urriés.
¿ Quién hemos dicho ?
Vah… lo he olvidado.
La milagrosa Virgen, se encuantra a día de hoy en el Museo Románico de Jaca.
Exposición de Vírgenes románicas en el Museo de Jaca |