En la localidad de Villalba Baja, cerca de Teruel, se cuenta
una terrible leyenda sobre los bataneros de la localidad y unos lobos… y algo
más.
El batanero un día, encontró en el bosque unos cachorros de
lobo. Eran unos preciosos lobeznos grises.
Y tan majicos como eran… se los llevó a su casa.
Los alimentó bien y los tapó con una mantita. Hecho esto, se
echaron todos a dormir pero ay… a mitad de noche el batanero y su familia se
despertaron espantados.
Unos extraños ruidos provenían de la puerta. Sin lugar a
dudas alguien estaba intentando entrar a la casa.
Muy discretamente y sin hacer ruido alguno, se asomó por la
ventana del primer piso, que daba justo encima de la puerta de la casa y vio
dos enormes lobos negros en la misma puerta de la casa.
Intentando entrar.
Los ojos de los lobos estaban encendidos como carbones. Como
dos ascuas rojas recién sacadas del fuego del hogar.
Las historias de lobos y bruxas, siempre relacionadas |
Los terribles lobos estaban intentando excavar un agujero en
la tierra para entrar en la casa por debajo de la puerta y recuperar a sus
hijos y quién sabe si vengarse del batanero por tal afrenta.
El batanero inmediatamente puso aceite a hervir en el hogar
y cuando estaba bien caliente y humeante, lo arrojó por la ventana a los dos
lobos que huyeron aullando y chillando terriblemente.
A la noche siguiente, los dos lobos regresaron a la casa del
batanero pero los vecinos, avisados como estaban, estaban preparados con las
escopetas y comenzaron a dispararles.
Les dieron por muertos pues no se supo nada más de ellos y
la vida continuó con normalidad.
El batanero iba enseñando a los dos cachorros por los
pueblos. Los cachorros eran dóciles y muy inteligentes y las gentes le daban
dinero al hombre por mostrar aquellas crías de lobo y dejar a los lugareños
jugar y enredar con ellas.
Lo que ocurrió tristemente, al igual que ocurre a hora con algunas
desgraciadas mascotas, es que los animales crecieron y el batanero al ver que
ya para nada le servían, los mató.
Varios años pasaron sin que las gentes se acordasen ya de
aquellos lobos para nada y en unas fiestas del pueblo, en medio del baile de
disfraces, en pleno carnaval aparecieron dos forasteras.
Las visitantes iban disfrazadas de bruxas.
Villalba Baja |
Se comió y se bebió de lo lindo, se bailó y se disfrutó a
raudales y al día siguiente, al llegar el sol, encontraron incendiado y
completamente arrasado el granero de la casa del batanero.
Nunca jamás nadie supo qué había ocurrido y cómo aquel
terrible incendio que tantas pérdidas ocasionó a la familia del batanero había
llegado a producirse.
Un año pasó. Y con él, llegó un nuevo carnaval.
Las dos visitantes, las dos mujeres disfrazadas de bruxas
regresaron al pueblo para bailar en las gran fiesta.
Cuando llegó el día, uno de los hijos del batanero apareció
muerto en la misma puerta de su casa.
La gente estaba aterrorizada. El muchacho parecía muerto
como por una terrible maldición.
Completamente demacrado y con la cara deformada.
Pasó otro año.
Llegó otro carnaval, otra fiesta y con él las dos extrañas
forasteras una vez más. Con sus disfraces de bruxas.
La gente la verdad es que ya empezaba a sospechar de
aquellas dos mujeres y estaban convencidos de que aquellas dos no estaban
disfrazadas de bruxas sino que eran bruxas de verdad.
En mitad del baile,
cuando las dos visitantes menos se lo esperaban, las gentes del pueblo les
arrojaron encima un caldero lleno de cal hirviendo.
Y ante los estupefactos ojos de todos los habitantes del
local, allí mismo en el suelo, donde hacía unos segundos había habido dos
bruxas, tan solo quedaban los restos harapientos de unos ropajes. Negros,
raídos y andrajosos.
A la mañana siguiente, nada más salir el sol, en lo alto del
collado de Villalba Baja, donde años atrás el batanero había encontrado a los
dos cachorros, los vecinos encontraron dos tremendos lobos negros muertos.
Completamente desgarrados con quemaduras de cal.
"Camino del Batán" en Villalba. Lugar donde ocurren los hechos narrados |
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