Esconjuramiento

Santa Bárbara bendita.
Que en el cielo estás escrita con papel y agua bendita.
Líbrame de las centellas y del rayo que crepita.

Esconjuramiento aragonés. Popular
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domingo, 20 de noviembre de 2016

El escudo de Maella



Año 1439, la leyenda nos sitúa en una época exacta, y nos cuenta como en la localidad de Maella en Zaragoza, gobernaba un señor feudal cruel.
Un auténtico tirano. (Ahora por lo menos nos roban disimulando, pero antaño ni eso).
Se cree que el tirano fue Don Manuel de Ariño
Desde lo alto del castillo que vigila la población, Ariño hacía y deshacía a su antojo.

Lo que queda en la actualidad del imponente castillo de Maella

La cuestión es que los ciudadanos del pueblo se rebelaron contra él e intentaron expulsarlo.
Después de un par de días de guerrillas e intentos vanos y varias tristes muertes, el señor de la localidad salió victorioso pues aunque no era un gran ejército lo que poseías, sí que era suficiente para derrotar a aquellos aldeanos, más valerosos y aguerridos que efectivos en realidad.
Una vez sofocada la revuelta, el tirano dictó una sentencia para dar ejemplo al populacho y que jamás volviese a repetirse un acto parecido.
La sentencia era terrible.
El cabecilla de la revuelta ciudadana sería ejecutado. Le cortarían la cabeza por la mañana en la plaza del pueblo.
La prometida del joven, una hermosa muchacha, trató de interceder y le suplicó al tirano que no matase a su novio. Le imploró por la vida del chico y le prometió que haría cualquier cosa que le pidiesen por salvar a su amado.
Ariño, cruel y malvado como era y percatándose de la belleza de aquella muchacha le dijo:
“El único modo de que le perdone la vida al revolucionario es que me concedas tu mano”
La muchacha entristecida accedió y esa misma tarde, el joven fue puesto en libertad y el tirano comenzó a pensar en los preparativos para su boda con la preciosa moza.

Señores feudales. Déspotas e injustos en la gran mayoría de los casos

Pero ocurrió lo impensable. Uno de esos actos que pueblan el leyendario de pueblos indómitos y valerosos como el aragonés.
La muchacha se amputó la mano ella misma y se la envió al tirano en una bandeja.
Dicen que el déspota cuando la vio comenzó a gritar “¡ la mà d´ella, la mà d´ella !”
La mano de ella.
Y al poco tiempo la villa pasó a llamarse Maella.
Incluso la mano de la valiente muchacha aparece en el escudo de la localidad.
El tirano suavizó mucho su comportamiento desde aquel día y la muchacha, aunque manca, se casó con su prometido.

Bandera y escudo de Maella