En la localidad de Torrelapaja, exactamente en la
Casa-Hospital de San Millán, habitaba un curandero muy afamado.
El fenómeno del curanderismo ha estado muy arraigado en
nuestra tierra y los lugareños de aquí y de allá nos hemos desplazado en
ocasiones varios cientos de kilómetros a causa de la fama del curandero de este
o el otro pueblo.
Y muchas veces con éxito.
El fenómeno del curanderismo místico, extendido en todas las culturas existentes |
Pues los poderes o sabiduría o quizás “dones” de estos
hombres sabios, la mayoría de las veces sin tan siquiero estudios básicos son
impresionantes.
Tal era el caso del curandero santero de Torrelapaja.
Le traían al hombre los niños enfermos.
Niños quebrados. Crebaos, que se decía entonces y él los
curaba. Los sanaba. Curaba a niños que los médicos tradicionales los habían
dejado por casos imposibles.
Localidad de Torrelapaja |
Casa-hospital de San Millán |
El santero recibía en la casa visitas todos los días. Desde
todos los pueblos de Aragón e incluso de fuera, de Cataluña, de Soria, acudían
las familias para que sanara a sus hijos y estos, regresaban a casa
completamente sanos.
El curandero vendaba completamente el cuerpo del niño como
si de una pequeña momia se tratase.
Una vez realizado este acto, procedía a su pesaje en una
balanza. Una romana.
En el otro extremo de la báscula se colocaba aceite y había
que equiparar el peso del niño con los litros de aceite.
El santero bendecía el óleo y ungía con él al niño. Por todo
el cuerpo. Con tanto aceite como kilos pesaba la criatura.
Aún hoy en Aragón existe la tradición del pesaje de niños con trigo... |
...o aceite, como en Torreciudad |
El aceite que sobraba era destinado el culto de San Millán.
Al niño se le quitaban las vendas y se le lavaba
cuidadosamente.
Y… ya había sanado.
Los poderes de los curanderos, hombres sabios ya casi
desaparecidos.