En la población de Sádaba en la comarca aragonesa de Las
Cinco Villas nos encontramos con una leyenda que nos habla sobre el monumental
castillo de la localidad aragonesa, unos misteriosos y antiquísimos túneles
secretos y un maravilloso tesoro enterrado en tiempos de los moros, ¿puede ser
más sugerente?
Cuando hablamos de “moros” en términos legendarios no nos
estamos refiriendo a musulmanes por así decirlo. Ni a una raza ni a una
religión. Estamos hablando de unos seres mágicos y poderosos, guardianes de
tesoros y secretos y localizados por toda la geografía española con diferentes
nombres (Mouros, moricas, encantarias…)
La leyenda del castillo de Sádaba nos cuenta cómo del
imponente castillo parten tres túneles secretos aún sin hallar a día de hoy
aunque con dos de ellos más que presuntamente localizados.
En uno de esos túneles, nos cuenta la leyenda que estos
seres mágicos, estos moros, enterraron un fabuloso toro de oro y allí aguarda
el maravilloso tesoro hasta que algún afortunado logre dar con él.
Aunque cuidado… pues los moros nunca abandonan sus
tesoros sin dejar un guardián vigilando. Unas veces puede ser una terrible
bestia, un dragón, un cuélebre o quizás una morica encantada.
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Impresionante el castillo de la localidad |
Encontramos a su vez la leyenda de el huso y la rueca.
En la cúspide de la cumbre del conocido como “Cerro del
Pueyo” podemos observar unas extrañas marcas sobre una gran losa las cuales han
dado fruto a varias interpretaciones legendarias. La primera de ellas, la
cuentan los vecinos de la comarca de las Cinco Villas. Nos habla de las huellas
de Hércules (tan afín al territorio aragonés), que tras este hacer el gran
esfuerzo de lanzar a varios cientos de metros de distancia dos impresionantes
rocas (las conocidas como “el huso y la rueca”, quedaron allí estampadas sobre
el pétreo suelo.
La segunda versión es la que se explica en Sádaba y la
hazaña se le otorga a Sansón y nos cuenta cómo el héroe le lanzó los
pedruscazos al mismo diablo y Satán le devolvió una de ellas para intentar
aplastar el cercano monasterio de la Virgen de Cambrón, fallando el tiro
gracias a dios.
El conocido como “Pilón de la atalaya” queda en pie para
recordarnos el punto exacto donde cayó la piedra arrojada por el maligno.
Dejando la antropología a un lado y entrando un poco en
arqueología, hay quien opina que estas dos piedras sirvieron a la antigua
ciudad romana para indicar el final el área urbana.
Lo curioso es que estos dos monolitos permanecen siempre
a la vista al recorrer las antiguas calzadas y por supuesto, cómo no… hay un
curioso juego de luces de luces y sombras en determinadas horas de los
solsticios.
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El huso y la rueca |
Curiosa es también la devoción al conocido como “El
Cristo marinero”
La tradición nos narra cómo un marino vecino de Sádaba
llamado el tio Tiburcio, encontró la imagen del Cristo de Sádaba flotando en el
Océano Atlántico alrededor del año 1520 y la trajo al pueblo no sin antes
habiendo obtenido el permiso del mismísimo Carlos I.
Además, al lado mismo de la ciudad romana de Los Bañales,
se desarrollaron poblaciones de entretenimiento y edificaciones funerarias de
las que nos han llegado algunos restos como el Mausoleo de los Atilios (193-235
d. C.), conocido popularmente como El altar de los moros, en honora esos seres
mágicos y poderosos que según cuenta la leyenda, custodian un importante tesoro
enterrado en la zona.
Se trata de un mausoleo del que se conserva su portada y
cuyas inscripciones nos permiten conocer los nombres de la familia que edificó.
Según éstas, Atilia Festa lo construyó para su abuelo Cayo Atilio Genial, para
su padre Lucio Atilio Festo y para ella misma. La fachada, único lado que queda
en pie, es una auténtica joya del arte romano.
Tampoco la localidad se libró de las maléficas brujas y
sus conjuros…
A principios del
siglo XX existió en Sádaba la llamada “Bruja de Barrio Verde" o “Bruja de
Carratalapata". Estaba en el pueblo
la afirmación de que cuando salía de casa por la noche se desnudaba en una
esquina, escondía la ropa y se convertía en gato. Si alguien colocaba cerca de la ropa una
moneda que llevara una cruz, la bruja no se podía vestir. Una noche varios mozos del lugar persiguieron
a la bruja, la cual les pidió que le dejaran vestirse, ellos accedieron con la
condición de que les explicase el mal que ella esa noche había hecho; ella
señaló que venía de casa de un vecino de matarle una camada de pollos. Cuando comprobaron
la verdad retiraron la moneda y pudo vestirse.
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En ocasiones y al igual que el Diaple, las bruxas también son burladas en Aragón |
En Sádaba, también a principios de este siglo, se pensaba
en el lagarto de dos colas como
animal sagrado. Como ser mágico que protegía al hombre.
Se recogía uno en alguna casa con gran secreto. Bien escondido para que nadie
se enterase. Se le alimentaba con hojas de lechuga.
También cuentan su utilización para adivinar el número
que iba a tocar a la lotería, para lo cual se introducía el animal en un cajón
de ceniza de la chimenea y al mover las colas dibujaba
unos números romanos que no eran otros que los del sorteo
siguiente, aunque era un arma de doble filo pues se cree que el dinero ganado
con este conjuro jamás haría disfrutar de dicha al hechicero.
Hay historias actuales sobre gente que aún vive y que
misteriosamente.. acertó la lotería de esta guisa.
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Lagarto de dos colas |