La fama y el poder de las bruxas y bruxons en la comarca del
Sobrarbe es de sobras conocida desde hace muchos años.
En uno de los tozales, el llamado “La peña de Asba”, estas
bruxas se reunían frecuentemente para hacer sus aquelarres y reuniones secretas
y para adorar al diaple.
Museo de brujería del Sobrarbe |
En estas reuniones además de practicar las más impensables
aberraciones sexuales a contra natura, se bailaba frenéticamente, se consumían
extrañas y poderosas plantas y en algunas ocasiones, en los días de mayor
solemnidad de la iglesia, se comían cadáveres de niños recién nacidos. Robados
a sus nodrizas durante la noche.
En esta reunión siempre había una bruja que mandaba más que
las demás. Era la que solía tener trato directo con el demonio y en ocasiones
incluso fornicaba con él, éste último transformado en un enorme macho cabrío de
gigantesco falo.
Algunas de estas bruxas dijeron:
“El pene del diaple es
monstruoso. Es tan largo y tan grueso como un brazo de un hombre.
Cuando expulsa su
semen en nuestro interior es un líquido muy denso y gélido. Completamente
helado.
Sin embargo al retirar
el pene ese semen nos arde por dentro. Parece que te va a quemar las entrañas.
A pesar de todo,
inexplicablemente, el sexo con Satán es la sensación más placentera que una
mujer puede experimentar. Es mil veces más placentero que practicarlo con
cualquier hombre”
Las referencias al pene del diaple son incontables |
Fue en una de estas reuniones donde la reina de las bruxas,
avisando como siempre de la fecha del siguiente aquelarre, les dijo al resto de
bruxas:
“Recordad no traer con vosotras ninguna figura sagrada ni
decir ninguna palabra o nombre santo, pues de lo contrario no podríamos hacer
el mal y la noche quedaría perdida”
Todas estuvieron de acuerdo, como siempre. Aquella noche
además era especial, pues tres jóvenes novicias se presentaban a Satán por
primera vez y esa fiesta era una de las más importantes.
La luna se escondió y las bruxas fueron llegando montadas en
sus escobas desde todos los rincones de las comarca.
Las novicias estaban preparadas para entregarse al diaple y
cuando el macho cabrío hizo aparición entre todas ellas, tal y como llegó, con
enorme fogonazo azul que se vio desde muchos pueblos, desapareció de nuevo
dejando allí una intensa olor a azufre.
Una de las novicias llevaba sin querer un pasador de plata
en el pelo. Una aguja. Y en le misma aguja una imagen de Nuestro Señor. Eso era
lo que había impedido al demonio hacer acto de presencia aquella noche.
Aunque el pasador impidió la entrega de la novicia a Satán
no pudo impedir la paliza que le propinaron el resto de bruxas pues les
fastidió una de las noches más importantes donde iban a preparar multitud de
pociones y mejunjes.
Las bruxas de la zona han seguido reuniéndose en la peña de
Asba prácticamente hasta nuestros días.
El Tozal de Asba desde Santa María de la Nuez |
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