Se dice que el gigante Silbán, habitaba escondido en una
cueva e intentaba que nadie le viese, pues su rostro era monstruoso y feroz.
Por esta razón Silbán intentaba salir tan solo por las
noches, así de este modo, podía dedicarse a robar rebaños de cabras y ovejas y
nadie le veía.
Silbán tenía buen corazón y no era un gigante monstruoso
como otros de otras leyendas no obstante, vivía del pillaje y el hurto pero eso
sí, siempre sin hacer daño a nadie.
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Puntón de las bruxas y ermita. Tella |
Una mañana cuando Silbán estaba cogiendo agua en el rio
Cinca, se escondió rápidamente tras unos arbustos al escuchar una voz que se
acercaba. Pudo observar desde detrás del arbusto que la voz pertenecía a una
bella pastorcilla que se acercaba cantando a la orilla del rio y al instante
quedó prendado de su belleza y se enamoró al instante.
Marieta, que es como se llamaba la pastorcilla, vió al
gigante enseguida pues es de suponer que un gigante como Silbán escondido tras
unos arbustos es poco disimulado, no creéis ?
Y quedó asustada e inmóvil.
Silbán, salió del matojo y tomando a Marieta delicada pero
seguramente, la alzó por los aires y a grandes zancadas, comenzó a subir con
ella montaña arriba hasta llegar a su cueva.
La quería para él.
Nadie le podría robar a Marieta.
Nadie le quitaría a su amor.
Aunque claro, el amor de Silbán no era correspondido por la
pastorcilla. En primer lugar porque Silbán era un gigante feo y horrible y en segundo,
no olvidemos que había secuestrado a la muchacha.
Marieta todos los días se devanaba los sesos buscando un
plan para poder escapar de la cueva del chigán el cual no la dejaba sola ni a
sol ni a sombra.
Silbán obligaba a Marieta a despiojarle y peinarle todas las
noches.
A cambio a Marieta no le faltaba nunca de nada. Tenía el
agua más fresca y pura de la montaña.
El chigán le preparaba la comida con las mejores viandas
(todas robadas) de la zona.
La vestía con las mejores pieles de animales cazados por él…
pero la muchacha se sentía muy desgraciada.
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Silbán y Marieta |
Una noche, como era habitual, mientras Marieta peinaba al
gigante, éste se quedó profundamente dormido con la cabeza apoyada en el regazo
de la muchacha y ella, envalentonada y cansada como estaba de su prisión, decidió
apartarlo muy delicadamente, para que no se despertara.
Quitándose el mandil, lo dejó sobre una piedra y apoyó la
cabeza del gigante en él y saliendo de la cueva a toda velocidad, bajó por la
montaña, intentando regresar a su pueblo, libre de su captor.
Cuando Silbán se despertó, se dio cuenta que la joven había
escapado y se dijo que los lamentos del gigante se escucharon profundamente por
todos los valles de la zona.
Silván gritaba:
¡ Marieta, Marieta !
¡ Torna a buscar la
mandileta !
Aunque tristemente para él… Marieta no volvió jamás. No se
sabe si encontró el camino de vuelta a casa o si quizás la pobre muchacha fue devorada
por alguna bestia en las montañas. Lo que sí se sabe es que el gigante cayó en
una profunda depresión y se dejó morir en su cueva.
Hubo quién aseguró que unos lugareños de los valles subieron
una noche a la cueva y le envenenaron la leche que él tomaba, muriendo de esta
guisa allí, solitario.
En su cueva.
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Cueva de Silbán |