Esconjuramiento

Santa Bárbara bendita.
Que en el cielo estás escrita con papel y agua bendita.
Líbrame de las centellas y del rayo que crepita.

Esconjuramiento aragonés. Popular

domingo, 13 de marzo de 2016

El gigante del Turbón



Los omes granizo han sido populares en Aragón desde hace muchos años y pueblan nuestras leyendas e incluso miedos.
Ha habido varios de ellos bastante populares como puede ser el caso del ome granizo del Turbón.
El gigante del Turbón vive en un lugar de esa montaña. Escondido. Pese a su tamaño, nadie puede verle si él no quiere y amigos… os aseguro que si él quiere que le veas… prepárate para lo peor pues algo que no le gusta al ome granizo será que has hecho.

El maestro Don Francisco de Goya representó a uno de estos Omes Granizo en su inmortal obra "El Coloso"
 
El Ome Granizo del Turbón anuncia las tormentas a las gentes de la zona con grandes soplidos.
Los bufidos de este chigán son como grandes y helados vendavales que bajan de la montaña y ponen en sobreaviso a los lugareños de que una gran tormenta se avecina.
Hay quien asegura que en alguna ocasión durante alguna fuerte tormenta, mientras el párroco de Campo intentaba esconjurarla, se oía desde lo alto de la montaña:

¡ Yo soy el Turbón.

El monte más alto de Aragón !

 
Población de Campo. Al fondo... el Turbón

Este chigán es una de las personificaciones de lo que es “el espíritu de la montaña” de los cuentos ancestrales.
Un reducto de aquellos dioses ya desaparecidos que traían una fragua.
Viene a ser para la montaña, lo que el Basajarun es para el bosque.
Una leyenda cuenta que este ome granizo del Turbón en una ocasión se sintió tan molesto por las voces que daban unos vecinos en las aldeas de debajo de la montaña, que tomando dos gigantescas rocas las lanzó con fuerza aplastando varias casas y matando a sus gritones habitantes.

Tormenta en la montaña

domingo, 6 de marzo de 2016

El herrero de Calcena



Del herrero de Calcena se cuenta que era muy egoísta. Se dice que hace 2000 años, se le presentaron en la herrería la Virgen y San José con el niño Jesús huyendo del  rey Herodes.
La Sagrada Familia le pidió al herrero ayuda. Querían ponerle al burro las herraduras al revés pues de este modo nadie podría seguirlos. El herrero lo hizo y así pudieron salvar a Jesús pero no obstante lo hizo a cambio de cuatro favores.

La Sagrada Familia escapando de Herodes

El herrero pidió la intervención divina para que ocurriesen los siguientes hechos en la herrería.
En primer lugar pidió que sin su permiso nadie, absolutamente nadie, si subía a la higuera que tenía fuera en la puerta de la herrería, pudiese bajar al suelo.
En segundo lugar pidió que quien se sentase en el banco de la herrería no pudiese levantarse jamás sin su consentimiento.
El tercer milagro que pidió fue que nadie que bebiese de su bota pudiese bajo ningún concepto cambiar de posición hasta que él lo ordenase.
Y por último.
El herrero tenía un agujero junto al yunque. Un agujero donde guardaba las monedas de oro y plata.
El herrero pidió que nadie, nadie que metiese la mano en el agujero pudiese sacarla hasta que él lo ordenase.
Las peticiones parecían en realidad tontos caprichos pero la Virgen María ante la necesidad del momento, intercedió ante el Espíritu Santo y le fueron concedidas las cuatro gracias al protagonista de la historia.
El herrero continuó como siempre, sin hacer gran uso de los cuatro poderes que
 había adquirido pues aparentemente tampoco tenían una gran utilidad, ¿ no creéis ?
Bueno, al menos hasta ahora, pero mirad lo que ocurrió una noche.

Calcena

Vieja herrería. Quizás la de nuestra leyenda de hoy ?

El mismo diaple fue a buscar al herrero pues sus días llegaban a su fin y un alma tan desagradable y egoísta sin duda quedaría muy bien en las estancias del infierno.
El diaple se presentó con cuatro de sus lugartenientes allí mismo. En la herrería de Calcena.
-“Herrero prepárate, pues vamos ahora mismo a llevarte con nostros”
-“No diré que no. Nada puedo hacer contra vosotros y lo sé. Pero dejadme llevarme alguna pertenencia al infierno”
-“Jajajajaja”- rió el diaple- “Nada necesitas allí a donde te llevo. Sigues siendo egoísta hasta en el momento de tu muerte. Dime qué quieres y llévatelo”
-“Bueno, en primer lugar toma esta bolsa y llénamela con unos cuantos higos de esa higuera que tengo fuera. Me apetecerán para comerlos por el camino.”
El diaple envió a recoger los higos al demonio Astaroth. Gran duque de los infiernos y uno de los más poderosos entre todos los demonios. Astaroth subió a la higuera y comenzó a recoger la fruta.
-“También quiero llevarme la bota de vino. Beberemos todos por el camino. Pruébalo y dime qué te parece” –y diciendo esto le alcanzó la bota al diablo, quién la rechazó por si se trataba de alguna argucia del herrero y se la pasó al diablo que tenía al lado, que no era otro que el diablo Leonardo, inspector general de la brujería y la magia negra y esté comenzó a beber.
-“Quiero también llevarme mi dinero. Todo mi oro”
-“Jajajajajaja, viejo avaro… no lo necesitarás allí en el infierno pero si ese es tu deseo lo llevaremos. Se pudrirá contigo, jajajaja” – rió el diaple y ordenó al viejo diablo Asmodeo que metiese la mano en el agujero para sacar el oro.
-“Bueno por último, siéntate aquí y espérame mientras me pongo mis mejores galas”
El diaple se sentó en el banco riendo mientras el herrero muy lejos de meterse en la habitación contigua para vestirse lo que hacía era salir de la casa tan tranquilo. Silbando una alegre tonadilla.
El diablo enfadadísimo se dispuso a levantarse y darle al herrero una buena lección pero…oh, oh..
Las peticiones de la Virgen hacían efecto sobre él y no era ni de lejos tan poderoso para sobreponerse a ella. No podía levantarse del banco por más que lo intentaba.
-“¡ Leonardo, imbécil ! Deja de beber ahora mismo y ve tras él.  ¡ Tráemelo !”
Pero el demonio Leonardo no podía abandonar aquella ridícula postura por más que lo intentaba.
-“¡ Astaroth ! ¡ Rápido baja de esa higuera y atrapa al herrero! ¡ Se escapa !”
No obstante el viejo diablo no podía bajar de la higuera. Le fue completamente imposible. No veáis lo ridículo que quedaba aquel diablo allí encima del árbol.

Grabado representativo del diablo Astaroth en la higuera de Calcena

-“¡ Asmodeo, corre !, deja el dinero y ve tras el herrero. Quiero esa alma y no se me escapará !”
Aunque como ya podéis suponer, Asmodeo tampoco podía sacar la mano del yunque.
Los cuatro diablos estaban atrapados en la herrería y ya comenzaban a temer que nunca jamás podrían salir de allí cuando el herrero y una multitud llegaron camino abajo.
El herrero y todo el pueblo de Calcena llegaban a la herrería.
A Astaroth los niños le tiraban piedras y se burlaban de él mientras que el diablo allí subido a la higuera blasfemaba y perjuraba.
Cuanto más gritaba el diablo, más se reían los niños. Más pedradas tiraban.
A los otros tres diablos, la gente del pueblo les dio tal paliza que ni tan siquiera el Arcángel San Miguel les había propinado jamás. El herrero hizo prometer al diaple que se marcharían y que jamás regresarían Calcena ( y mucho menos a por su alma) y el diablo, prometiendo esto, quedó libre y los cuatro, desaparecieron del lugar por siempre jamás.

 
La herrería


domingo, 28 de febrero de 2016

"El Dugo". El terrible dragón de Castillonroy



En la población de Castillonroy habitaba hace muchos años un terrible dragón volador.
Era conocida esta bestia como “El Dugo”
El Dugo habitaba en una cueva en lo más alto de la población y por medio de algún extraño conjuro estaba al servicio de los señores feudales de la zona y cuando algún campesino no pagaba los impuestos, los diezmos correspondientes o de algún otro modo llegaba a ofender o enojar a los señores, estos le lanzaban al Dugo.

Dragones escondidos en cuevas, también en nuestra mitología popular

El monstruo, surgía volando desde su cueva y devoraba al infeliz en un abrir y cerrar de ojos.
La fiera no era muy grande pero sí muy poderosa y temida. Cada noche salía de su cueva y sobrevolaba la población.
Para recordar a todo el mundo quién era el auténtico señor allí. Para infundir el temor y el pánico entre aquellas pobres gentes.
Sus dientes eran puntiagudos como la más picuda de las dagas. Sus garras eran lacerantes como el más fino de los cristales.
Y su hambre y su sed de sangre eran atroces.
Su crueldad no conocía límites y el Dugo, aunque se cree que hechizado pues estas bestias no obedecen de buena gana a nadie, disfrutaba de los encargos de su señor.
De vez en cuando, siempre en la oscuridad de la noche, la bestia secuestraba a alguna joven muchacha preferiblemente doncella y se la llevaba a su cueva para devorarla o incluso al castillo quien sabe si para ser víctima de algún satánico ritual o para ser desvirtuada allí mismo por el malvado señor.

Castillonroy desde "La cueva del Dugo"

Una noche de San Juan, mágica donde pueda haberlas, los vecinos de la población subieron a la cueva y le prendieron fuego. Cuando la criatura salió al exterior para poder respirar, entre todos, lo mataron. Con palos, con piedras con navajas, algunos de ellos incluso a golpes acabaron con la vida del dragón y se dice que la sangre que emanó de la terrible bestia llegó a manchar toda la población de rojo.
De ahí vendría el nombre de Castillonroy.
Los señores del castillo, después de este ejemplo de ciudadanos exaltados, decidieron dejar más tranquila a la población
pues ya se sabe que “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar…”

Los vecinos acabaron con la bestia



domingo, 21 de febrero de 2016

Los Romeros. Poderosos exorcistas aragoneses.



En el rito de los espiritados de Santa Orosia, en la mayor parte de las ocasiones, los exorcismos eran realizados por cófrades aunque en algunas ocasiones, cuando la complicación del exorcismo era extrema, se recurría a los Romeros.
Estos Romeros eran hombres del campo. Hoscos y rudos. No temían al diaple pues se sabían bien protegidos.
Iban ataviados con una capa raída, de color gris blanquecino como la ceniza recién sacada del hogar.
Siempre llevaban un sombrero de pastor y un báculo en cuyo extremo incrustaban una pesada cruz de hierro macizo.

Un Romero a finales del Siglo XIX

Vivían de la limosna y aunque era de gran utilidad contra los espíritus también eran temidos pues se creía que sus conjuros eran tan potentes que eran capaces de expulsar al mismo Satanás del cuerpo de un gentilhombre.
Cuando recibían limosna, cantaban alabanzas al Señor con voces átonas y completamente macabras.
Se dice que era un espectáculo terrorífico y dantesco.
Los romeros obligaban a besar la parte alta de la cruz de hierro a los endemoniados y ninguna podía resisitirse a sus órdenes.
Cuando el Romero comenzaba el conjuro, se ataba fuertemente los zapatos y se anudaba los dedos de las manos. De este modo cuando el atacado comenzaba a convulsionarse, signo inequívoco de que el demonio se manifestaba, el Romero sabía que a imitación de el mismo, el diaple iba salir a través de los pies y las manos del enfermo.

Los Romeros no utilizaban el Rituale Romanum

Conforme aumentaban los alaridos del endemoniado aumentaban los golpes del Romero contra el suelo con pies y manos hasta que los zapatos y los nudos de los dedos saltaban y esto significaba la total liberación del pobre espiritado.
Imaginaos la locura y la histeria colectiva a cada nudo que saltaba de la mano del Romero, significando con ello la expulsión de un demonio. Los gritos del poseso, mezclados con los de horros de las mujeres, con los gritos del Romero, con los cantos del resto de Romeros, con los rezos del párroco, con los cantos y bailes de la gente, con el bullicio maléfico del gentío.
Digno espectáculo que ahuyentaría a los demonios y sin duda… a los que no son demonios también.

En plena acción