Esconjuramiento

Santa Bárbara bendita.
Que en el cielo estás escrita con papel y agua bendita.
Líbrame de las centellas y del rayo que crepita.

Esconjuramiento aragonés. Popular

domingo, 4 de junio de 2017

El misterioso dolmen de la Losa Mora



Este magnífico enclave se encuentra en la localidad de Rodellar.
Rodellar es un precioso pueblo, muy pequeñito y en invierno no pasará de estar habitado por un par de familias o tres.
Llegaremos al enclave, atravesando el mágico y encantado Barranco del Mascún, hogar de duendes bruxas y de uno de los loberos más afamados de la historia de Aragón, Mauro.
Justo antes de llegar a la aldea de Nasarre, encontraremos la imponente mole conocida como “La losa Mora”
Este lugar está completamente lleno de mitología y leyendas.
En algunos csos se cuenta que una hilandera encantada llevó la gigantesca piedra sobre su cabeza hasta depositarla en su lugar actual.

La Losa Mora

Otra de las leyendas de la zona, nos habla sobre un tendero de Rodellar que se dirigía a la aldea de Otín `para practicar su compra venta habitual.
El hombre iba asustado porque no había otro camino y, absolutamente siempre, al pasar por debajo del megalito, una sombría figura, le saltaba encima del caballo, lo derribaba y le daba una tremenda paliza.
No le robaba ni le hablaba, tan solo lo molía a palos.
El tendero siempre recordó que era una figura como de hombre, pero totalmente negra y con el pelo muy brillante, como de fuego.
Así era la criatura que se escondía en el interior del dólmen.

Dólmen de Losa Mora
Tenemos otra historia en la que en esta ocasión el protagonista era un carpintero de Eara.
Tras un largo día de trabajo, el carpintero regresaba a su casa y se dispuso a recoger un buen fajo de leña pues ya empezaba a refrescar y una buena fogata nada más llegar a casa, es precisamente lo que más le apetecía.
Se detuvo junto al camino, recogió unos buenos trozos, hizo un buen fajo con ellos y, anudándolo bien, retomó el camino. A casa. Tranquilamente.
Pero no. Nada de eso. Todavía no había dado tres pasos, que todo el fajo de leña, se abrió y cayó al suelo desparramándose aquí y allá.
El hombre quedó muy extrañado pues mira que él era un buen especialista en nudos y le parecía casi imposible que la leña se le hubiese caído pero en fin… no pasa nada.
La volvió a recoger y a anudar, en esta ocasión con un doble nudo montañés.
A los tres metros andados, los leños volvieron a caer al suelo.
El hombre se dijo a sí mismo que no iba a dejar aquella leña allí para que se la llevase otro y volvió a atarla con un buen hatillo lleno de nudos. Ahora era imposible perderla. Retomó la marcha.
La leña no se caía pero comprobó horrorizado que… ¡ no podía mover los pies !
Aquello fue demasiado para él. Dejó la leña en el camino y vio que así sí que podía moverse. Sin lugar a dudas aquel lugar estaba encantado y ensimismado en sus pensamientos, regresó a su casa.
Cuando había recorrido ya algún kilómetro y las casas de la aldea de Bara ya se avistaban a lo lejos, vio como tres hombres, ataviados con unas sayas de color blanco al estilo de los curas se acercaban también, cuando los tres hombres llegaron a su lado, justo cuando nuestro protagonista se disponía a saludarles, éstos se disiparon en una nube como si jamás hubiesen estado allí.
El carpintero no se asustó y achacó todo al nerviosismo adquirido durante el “problemilla” con la leña.

Estas extrañas presencias, también han hecho aparición en los bosques aragoneses

Siguió bajando por el camino y a lo lejos, pudo ver en el mismo, en medio, un ataúd.
Un ataúd cruzado en el camino. Blanco como las vestiduras de los fantasmones anteriores.
Recordó que su abuelo le había hablado de algo parecido y siempre le había dicho que si se encontraba un ataúd en el camino, ¡ que no mirara !.
Que bajo ningún concepto echara un vistazo dentro de la caja fúnebre. Que diera un pequeño rodeo.
Nuestro amigo así lo hizo y ahora, ya asustado, emprendió a paso ligero hacia su casa.

Nunca jamás acercarse a un atud en medio del camino !

Cuando llegó a casa por fin, se encontró a la mujer muy asustada.
Le contó ella que desde dentro de la artesa, mientras se encontraba amasando pan, se oyeron tres golpes sordos y la propia artesa comenzó a saltar. Que si estaba encantada, que si patatín.
Aquello fue demasiado para el pobre carpintero y a la mañana siguiente se fue a ver al mejor mago de la comarca, al debinaire de Rodellar.
Precisamente nada más pasar de nuevo por la derecha de la Losa Mora, ya emprendiendo el camino que llaman “Sendero del Vallón de Moros”, escucho un tremendo jolgorio a sus espaldas, como si cientos de personas e instrumentos hubiese, todos gritando y tocando a la vez.
Cuando se giró, pudo comprobar cómo el ruido cesaba y además nadie había tras él. El camino seguía tan solitario como siempre.
 Siguió andando y a los pocos metros, volvió a ocurrir.
Era casi ensordecedor. Unos impresionantes estruendos junto con voces, gritos y una infinidad de instrumentos musicales se escuchaban tras él, como si estuviesen situados a pocos metros.
Se giró y… nada. Adiós al ruido y por supuesto, no había nadie.
Muy asustado, llegó a casa del debinaire y le contó todo lo sucedido desde el día anterior hasta ese mismo momento.
El debinaire le aclaró al carpintero que toda la zona de la Losa Mora, estaba encantada y que para que el encantamiento cesase en su casa, lo que tenía que hacer aquella noche era dejar un plato de agua junto a la ventana.
El debinaire le pidió al carpintero sus honorarios y este se dio cuenta que con las prisas, no había traído el dinero.

El mago o debinaire. Un personaje muy popular en el legendario aragonés

Entonces el adivino se enfadó, y le dijo que no iba a decirle porque el encantamiento las había tomado con aquel pobre hombre, que se marchara, que ya le había dicho bastante.
El hombre volvió a casa y los fenómenos cesaron.
Bueno, cesaron en su casa, por que han pasado los años y en la zona de la Losa Mora, siguen ocurriendo de los más extraños portentos.
Nunca averiguó aquel hombre, porqué los duendes, la habían tomado con él.


domingo, 28 de mayo de 2017

La cueva de Chaves



En la población oscense de Bastaras, encontramos otra cueva encantada.
Bueno, no tan encantada la cueva quizás, como la morica que habita en ella.

Acceso

Desde hace siglos, se cree que es muy peligroso adentrarse en la cueva pues una morica encantada habita en ella. Una encantaria.
La cueva de Chaves tiene una boca inmensa, impresionante, colosal.
Abre su boa de más de 50 metros de longitud e invita a entrar al visitante.
Lugar mágico. De poder.
Lugar misterioso ya habitado desde tiempos del neolítico, pues se han encontrado interesantes yacimientos en su interior.
Desde hace siglos, los pastores depositan a la entrada de la cueva pan y leche, pues esta es la exigencia de la mora que vive en ella.

Moricas encantadas en todo Aragón

La mora, enamoraba a todos aquellos mozos que penetraban en su cueva y los desposaba. Se casaba con ellos mediante un misterioso ritual y estos, quedaban tan enamorados de sus encantos y de sus conocimientos sexuales, que no osaban abandonar la cueva para nada.
Pero ay amigos… esta felicidad tan solo duraba trescientos sesenta y cinco días, pues al final de estos, se dice que la mora se transformaba en una gigantesca serpiente  y terminaba devorando al infeliz novio.
Es en ese momento cuando salía para buscar algún otro pastor o campesino o paseante.
Se dice en la comarca que incluso algún hombre casado cayó en los brazos de la morica de Bastaras para no volver a ser visto nunca jamás.
Los pastores depositan esta ofrenda a los pies de la cueva para evitar que la mora los engatuse y se quede en el interior de la gruta. Eso sí… evitan entrar en la medida de lo posible.
A día de hoy la cueva se encuentra en muy mal estado y se pide que se haga algo para remediar la casi ya inevitable pérdida de tal patrimonio.
Quién sabe la morica de Chaves está realmente ayudando con su presencia a que no penetre nadie en la cueva,
 ¿ no creéis ?

Los impresionantes 50 metros...

...de la Cueva de Chaves

domingo, 21 de mayo de 2017

Las misteriosas posesiones demoníacas el Valle de Tena



Corría el siglo XVII en el valle de Tena.
Un misterioso suceso conmovió la comarca. El poder de la brujería y del diaple vencía a las fuerzas del bien y era capaz de penetrar incluso dentro de las sagradas cuatro paredes de las iglesias y los conventos.
Las misteriosas posesiones concretamente tuvieron máxima repercusión en dos pueblos, en Sandiniés y en Tramacastilla de Tena. Aparecieron en la zona nada más y nada menos que sesenta y dos mujeres que, prácticamente al mismo tiempo comenzaron a ladrar y aullar como si fueran perros, o lobos.
Mujeres endemoniadas en la procesión de Santa Orosia

Estaban todas poseídas. A la vez y podía ocurrir incluso dentro de la iglesia de las localidades.
En esta ocasión, el causante de todo fue un poderoso bruxon. Uno de los más temidos y poderosos  que haya ahabido en Aragón. Se llamaba Pedro de Arruebo.
Pedro de Arruebo maldijo a todas estas pobres mujeres, provocando una de las peores epidemias de posesión que se recuerden en la historia.

Bruxon cumpliendo su castigo
El tribunal de la Santa Inquisición, siempre atento a estos hechos, condenó a este brujo.
Pero la condena no fue la hoguera. Muy pocos brujos fueron quemados en España en realidad.
Pedro de Arruebo fue condenado a recibir doscientos azotes y a remar en galeras (lo que por norma general, solía significar una muerte dolorosa en menos de un año).
Pedro de Arruebo era el propietario de una gran finca llamada “La Artosa”.
A día de hoy, la finca aún existe. Hay quien dice que maldita. Pero tampoco es algo que podamos ya comprobar, pues la finca está exactamente bajo el pantano de Bubal y solo podemos contemplarla un par de veces al año, cuando bajan las aguas del pantano.

Finca "La Artosa" perteneciente a Pedro de Arruebo
Pantano de Bubal


domingo, 14 de mayo de 2017

Los tres espíritus errantes de la comarca de Borja



Ocurre cada año durante el equinoccio de otoño.
Hay tres espíritus errantes, que anduvieron por Aragón hace muchos años y es precisamente en esa noche cuando retornan por un instante a los que fueron sus hogares hace ya tantos y tantos años y deambulan, afligidos, durante esa noche mágica por sus corredores y almenas.
Son los espíritus de Zuleika y Zubella.
Dos moras que aparecen en el castillo de Borja la una y en el palacio de Bulbuente la otra.
Y todavía aparece otro espíritu. El tercero.
Aparece sobre las destrozadas almenas del castillo de Trasmoz, aullando como una fiera. Es el espíritu del mismísimo diablo, del diaple.

Siempre recurrente el imponente castillo de Trasmoz en nuestro legendario

En aquella época a la que refiere la leyenda, entrado el siglo XI, había un gobernante.
Serio. Se dice que nunca jamás se le había visto sonreír. Gobernaba sus territorios sabiamente y con mano de hierro.
Su nombre era Ahmed Mutamid.
Había sido gobernador de varias ciudades. Las tomaba en pleno caos, ponía las cosas en su sitio y se marchaba a otra.
Cierto día, llegó Ahmed a Borja y se convirtió en el gobernador de la ciudad zaragozana.
Allí Ahmed podía incomunicarse en el retiro de su palacio.
Pasaba una enorme cantidad de horas él solo. Encerrado en una de las torres, en la más alta. Incomunicado y con orden de no ser molestado bajo ningún concepto.
¿ Sabéis con qué fin ? Con el fin de estudiar.
Ahmed había caído en las garras del estudio de la sabiduría oculta, de la nigromancia, la alquimia, la astrología, la cábala.
No hacía otra cosa que estudiar y estudiar y profundizar cada día más en estos arcanos saberes.
Ahmed llegó a ser un auténtico maestro en adivinación e invocación a los muertos, llegó se dice, a conseguir la ansiada transmutación de los metales. Hay quien dice que pudo llegar a conseguir la inmortalidad, tal era el poder y el conocimiento de aquel gobernador.
De cualquier modo, Mutamid quería más.
Ansiaba toda la sabiduría del universo. Toda.
Y encontró un modo de poder conseguir lo que ansiaba.
Tras muchas noches de rituales de sangre, de invocaciones maléficas, de magia negra y de oraciones impías, hay quién dijo que incluso algún sacrificio humano tuvo lugar en estos ritos, pero por fin, invocó al mismísimo diablo.
Esa misma noche, la que apareció el diablo, los enemigos de Ahmed estaban llegando a la ciudad, en un día o dos , llegarían a buen seguro.
El diaple, aprovechando esta ocasión le ofreció a Mutamid un pacto.
Él, en una sola noche construiría un castillo.
Una poderosa atalaya desde la que poder aplacar el progreso de las tropas enemigas que iban a llegar a Borja.
El diablo a cambio, como no podía ser de otro modo, le pidió un alma.
Pero no la suya, no. El diaple no necesitaba el alma de Ahmed para nada.
Le pidió el alma de la primera persona de su familia que viese ondear en Borja la bandera con la cruz cristiana.
El mago aceptó las condiciones del diablo, pensando que como tampoco tenía familia, le iba a dar igual el trato y no muy convencido del poder del diaple para edificar un castillo en tan solo una noche.
En efecto el pacto se cumplió.
Por artes oscuras, por medio de la magia negra y el poder del diablo, el poderoso e imponente y siempre maldito castillo de Trasmoz se levantó en una sola noche.
Y con la posición ganada, el ejército de Mutamid derrotó a los cristianos allí mismo.
El estratégico castillo del diaple, había sido de mucha utilidad.
Cierta mañana, varios soldados de Ahmed, apresaron a una muchacha que deambulaba por las cercanías.
Se llamaba Isabel. Mutamid se prendó de la hermosa joven e incapaz de resistir, se casó con ella.
Tan solo un año después, la joven da a luz una preciosa niña fruto de aquel amor con Ahmed. La niña llevó como nombre Zubella. Corría la fecha exacta de quince de Noviembre del año mil noventa y seis (el mismo día en el que San Jorge se aparece a los cristianos en la batalla de Alcoraz), ¿ no os parecen bonitas las casualidades ?
Desgraciadamente Zubella nunca conoció a su madre pues la preciosa Isabel murió durante el parto.
Zubella fue criada por una anciana tata procedente de los Pirineos. La vieja era Zuleika, ese era su nombre.
A escondidas de Mutamid, Zuleika fue instruyendo a Zuleya en secreto, en las viejas costumbres y en el cristianismo.
Las dos vivían en el palacio familiar, en Bulbuente.
El mago  prendado de su hija como estaba abandonó su dedicación a la nigromancia y a las artes oscuras y pasaba los ratos con su hija.
Era lo mejor que le había dado este mundo.

Palacio de Bulbuente en la actualidad

Pasaron los años de esta guisa, llenos de felicidad para todos pero la profecía del diaple estaba por cumplirse.
El veinte de Septiembre del año mil ciento ocho, las tropas cristianas del rey batallador entraban en Borja arrasándolo todo por donde pasaban y escalando las murallas de la fortaleza, el estandarte de la cruz de San Jorge es clavado en lo más alto de las almenas de aquel castillo.
Cuando los conquistadores logran penetrar en el recinto se encuentran con que está vacío. Ningún ejército ni ningún mortal se halla dentro para proteger la plaza. ¿ Qué está ocurriendo ? ¿ Qué es aquel silencio ?
Tan solo queda un intenso olor a azufre en aquellas silenciosas estancias.
Tan solo el tintineo de las espadas y las armaduras de aquellos caballeros se escuchan.
Están convencidos de que aquello es obra de un encantamiento pero ante la facilidad del suceso, conquistaron Borja en muy poco tiempo.
¿ Sabéis lo que había pasado ?

Ruinas del castillo de Borja

En efecto, cuando el estandarte con la cruz ondeó en la almena, la primera persona en verlo fue Zulaya, la hija de Ahmed  y es en ese mismo momento cuando el diaple se le apareció al mago.
Exigiendo su alma.
Exigiéndole a Mutamid su parte del pacto.
Pero ahhh… Mutamid conservaba intacto todo su poder. Había dejado de practicar la magia pero no había perdido ni un ápice de su antiguo saber y en ese momento lanzó un poderoso encantamiento.
En ese mismo momento el mago transformó en piedra a su hija, a la esclava Zuleika, a las esclavas, a los cocineros, a todo el ejército. Transformó a todos en piedra, hasta a sus perros y una vez realizado este conjuro, se entregó al señor del infierno.
Llévame a mí, pues conmigo es con quien hiciste el pacto, diablo.
El demonio enfurecido, y gritando como un poseso, agarró a Mutamid en ese mismo momento y lo arrastró hasta el infierno, donde aún estará.
Es por eso que todos los años, durante este equinoccio de otoño, aniversario de la reconquista cristiana de la ciudad de Borja, se aparecen estos tres espectros errantes en tres lugares muy determinados.
Alrededor de la media noche.
Sobre el palacio de Bulbuente, se aparece el fantasma de la anciana Zuleika, herida en el alma por la pérdida de su preciosa Zuleya.
Sobre los torreones del castillo de Borja, se aparece el espíritu de Zuleya. También oscura, triste y melancólica y se le puede escuchar llorar por su padre.
La tercera sombra, la más siniestra de todas, se aparece sobre la torre del castillo de Trasmoz.
Es la silueta del mismo diablo que, enfurecido por el engaño lanza poderosas tormentas y rayos contra las ciudades de la comarca.

Preciosas moricas encantadas