Durante la reconquista del territorio aragonés a los
musulmanes, los últimos pueblos en ser liberados fueron los de la zona de Teruel.
Es en ellos precisamente donde más mitología ha aparecido al
respecto aunque tenemos este tipo de leyendas en toda la zona aragonesa.
En el año 1181 por ejemplo, la conquista de la población de
Villel se realizó de modo muy parecido al explicado durante la conquista de
Alquézar.
Una joven sirvienta cristiana, logró asesinar con una aguja
de su pelo al alcaide moro Mahomat. Con la sangre de éste, embadurnó un pañuelo
que no sería otra cosa que, agitado desde la almena, la señal a las tropas
cristianas para atacar la fortaleza infiel. ¡ Genial !
El ejército cristiano, al mando de Don Martín Pérez, tomaron
la fortaleza arrasando a todos los enemigos que hallaron en su interior
perplejos ante la casualidad de la
muerte de su alcaide a la vez que se producía el ataque cristiano.
La reconquistada fortaleza de Villel |
En 1170, Alfonso II reconquistó Aguilar de Alfambra con un
plan realmente maquiavélico.
En la noche más oscura, concentraron bajo las murallas del
castillo de los moros todos los rebaños
de cabras y ovejas que pudieron
encontrar en la zona y les encendieron unas teas.
El ejército cristiano comenzó a hacer sonar sus trompetas y
los musulmanes, lo único que vieron
era un formidable ejército formado por miles de hombres.
Se rindieron al momento.
En la conquista de Villa Vieja, se dice que fueron los moros
los que utilizaron esta estratagema contra las milicias cristianas pero no
pudieron engañarlos y la ciudad cayó bajo el mando cristiano de nuevo.
Una vez reconquistada la ciudad, un traidor, el juez Don
Domingo de Mortón intentó venderla de nuevo a los musulmanes pero fue
descubierto.
Esa misma mañana fue ahorcado en la plaza de la localidad.
No se andaban con chiquitas en aquellos tiempos, ¿ verdad ?
Alfonso II y sus argucias |
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