Escartín es, a día de hoy, uno de los despoblados más bonitos
que podamos encontrar en Aragón pero, hace años, era una población que, a finales
del XVIII, llegó a alcanzar los 180 habitantes.
Pues, dicho esto, os contaremos… vivían en el pueblo un
sastre y su mujer.
El sastre venía de casa Ferrer y era tímido y asustadizo.
Su esposa era justamente lo contrario. Pertenecía a la
familia Navarro y era una mujer, como aquí diríamos, bien echada para adelante.
Brava y alegre.
Casa Ferrer... |
...y Casa Navarro, en Escartín |
La pareja mantenían la finca alquilando una pareja de mulos
y, cada tres meses, hacían el pago correspondiente por el alquiler de los
animales.
Una tarde la mujer mandó al sastre a realizar el pago a la
localidad de Gavín, pero a los pocos minutos de que éste hubiese salido de casa
y al ver que comenzaba a anochecer, la esposa bien conocedora de la cobardía
del marido salió ella en dirección a Gavín para hacer el pago.
La mujer, presta y dispuesta, llegó a Gavín, efectuó el pago
y se volvió para su casa, algo extrañada de que su marido no hubiese llegado a
la casa del rústico a pagar la deuda.
Camino de regreso, desde lo alto de una loma, vio lo que
había sucedido.
Había salido la luna y ésta iluminaba tenuemente el camino
de abajo.
Barranco de Escartín |
Allí abajo estaba el sastre, con la pernera del pantalón
enganchada a una zarza y éste, en el suelo, imploraba por su vida.
Al enganchársele el tobillo en aquella maleza, el hombre pensó
que había sido atrapado por un lobo y se tendió en el suelo sin tan siquiera
atreverse a mirar al lobo a los ojos.
La mujer decidió marcharse a casa y dejar allí al sastre
para que aprendiese a ser un poco más templado.
Llegó la mujer a casa y se echó a la cama tranquilamente,
durmiendo toda la noche a pierna suelta.
El sastre no vio la realidad hasta que comenzó a amanecer y
contento y dando gracias a dios por no haber sido devorado por aquel imaginario
lobo-zarza fue a pagar la deuda, encontrándose con que el amo, le dijo que no
se debía nada.
Se quedó a almorzar en Gavín y regresó a casa.
Cuando llegó, la mujer le dijo tranquilamente:
Buenos días, marido. ¿ Te ha dado tiempo de pagar la deuda ?
Y este le contestó:
Pues mira. Le impongo tanto respeto al amo, que me ha perdonado la deuda, y además me ha
dado tiempo de hacer noche en casa de un amigo, de almorzar e incluso… ¡ de
matar un lobo !
El miedo puede hacernos ver un lobo... |
...donde sólo hay una zarza ! |
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