En la zona de Siresa, hace ya muchos muchos años, habitaba
una mora encantada.
Un hada, dríada, de varios modos se le llamaba en aquel
entonces.
La encantaria era temida por todos y eran bien pocos los que
habían llegado a verla en alguna ocasión.
Era la dueña, la señora de todos aquellos bosques y su poder
se dice que era casi ilimitado.
Se cree que en todo el entramado complejo de cuevas de
aquella zona, la mora iba acumulando tesoros y poderosos objetos de poder a lo
largo de sus muchos siglos de existencia.
Se dice, que con algunos de estos objetos, la mora
practicaba oscuros y potentísimos rituales de magia negra.
Un pastor de la zona, una mañana encontró un precioso cáliz.
Allí en el suelo, bajo un montón de hojarasca. Se asomaba la
mitad de la pieza, allí tirado. Reluciendo fulgurantemente contra los rayos del
sol.
El precioso cáliz descendía del tesoro de la mora encantada.
El pastor lo tomó del suelo y se encaminó hacia casa con
toda la felicidad del mundo pues sin duda, aquel preciado objeto de oro y
piedras preciosas, le iba a solucionar la vida.
Ay, amigos…
A mitad de camino, el pastor muy agudo se dio cuenta de que
alguien, muy sigilosamente, le estaba siguiendo.
La morica y el cáliz |
Una presencia invisible quizás, pero los agudizados sentidos
del pastor podían detectarla.
No supo jamás porqué, pero el pastor en ese momento se
aterrorizó.
Estaba convenció de que era la mora la que venía detrás de
él y echó a correr.
Es en ese momento cuando la presencia que iba detrás de él,
dejó a un lado el sigilo y también se lanzo en una loca carrera a perseguir al
pobre hombre que oía el estruendo que hacía su perseguidos partiendo ramas e
incluso árboles pero no se atrevía a girarse.
Tan solo corría y corría con todas sus fuerzas.
El pastor gobernó sus pasos en dirección a un lugar santificado
con el ánimo de intentar resguardarse.
Consiguió a toda velocidad entrar en el Monasterio de Siresa
y cerrar la puerta tras de sí, y justo antes de hacerlo, aún pudo ver cómo la
mora aparecía ante él en forma humana.
El impresionante Monasterio de Siresa |
La puerta estaba cerrada y el pastor ya a salvo, se sentó en
el suelo del lugar apoyando su espalda contra la pesada puerta de madera.
La mora intentó traspasar aquella puerta pero obviamente… no
lo consiguió.
Era un recinto sagrado y la mora, aún con todo su poder no
podía entrar allí.
Un recinto sagrado al cual, estos viejos dioses de arcaicas
religiones donde los templos eran los
bosques, las cuevas y las fuentes… no podían acceder.
Con toda la furia y la impotencia del mundo dominando a la
mora encantada, ésta, se transformó en una formidable serpiente.
En nuestro legendario, hasta los más formidables guerreros han caido bajo el poder de las moras encantadas |
Casi un dragón. Un terrible dragón que silbaba y rugía con
la fuerza del infierno.
En su regreso a lo más profundo del bosque, con una tremenda
sacudida de su formidable cuerpo, azotó la fachada del monasterio con su cola
como si fuese un látigo titánico.
Aún hoy, sobre una banco de piedra, puede observarse la huella
del tremendo coletazo de la mora-serpiente.
La "serpiente" de Siresa |
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