De esta encantaria tenemos constancia desde tiempos
medievales.
Tenemos la leyenda perfectamente localizada en la localidad
de Frías de Albarracín.
Muy cerca al barranco de la Hoz, pastoreaba un mozo con sus
ovejas. Era un buen lugar con buenos prados para el apacentamiento del ganado y
el mozo solía llevar allí a las reses.
Allí mismo junto al barranco hay una pequeña balsa a la cual
el pastorcico una mañana se acercó para beber agua.
Cuando se agachó para beber agua, contempló en el reflejo de
la misma una imagen que jamás olvidaría.
Una preciosa muchacha se reflejaba sobre él.
¡ Era una preciosa mora !
Se asustó y se giró para poder verla bien. Era una muchacha
joven de pelo y ojos negros y expresión triste.
La chica vestía con sedas claras y llevaba en el pelo una
gran peineta que parecía ser de oro y piedras preciosas. Una peineta digna de la más poderosa de todas las reinas moras.
El pastor se quedó inmóvil. Sin saber cómo reanimarse ante
aquella visión y la morica, viendo la reacción del chico, le preguntó:
“Pastorcico. Qué te
gusta más… ¿ la peineta o yo ?”
El pastor, simplón como era, que no podía apartar la vista
ante aquel tesoro dorado, le contestó:
“A mí… me gusta mucho
tu peineta…”
Y en lo que dura un parpadeo, la preciosa mora desapareció
ante los ojos del mozo.
El muchacho terminó el día de faena como pudo… Sin dejar en
ningún momento de acordarse de aquella muchacha y de la peineta de oro.
¿ Habría ocurrido todo realmente…?
Balsa en el Barranco de la Hoz |
Con estos pensamientos, el pastor se marchó a dormir y al
día siguiente, pastoreando la zona, en la misma balsa, se le volvió a aparecer
la muchacha.
Allí estaba ante él. Con aquella singular belleza y con
aquella peineta que relucía y reflejaba los rayos del sol tornándolos
multicolor.
La morica preguntó al pastor lo mismo que el día anterior.
Lo mismo.
“Pastorcico. Qué te
gusta más… ¿ la peineta o yo ?”
El pastor, también asustado en esta ocasión tan solo pudo
balbucear:
“La peineta… es… muy
bonita…”
La mora desapareció de nuevo. En esta ocasión el mozo sabía
que no había soñado nada y estuvo rondando por la balsa intentando encontrar a
la muchacha pero sin éxito alguno.
A la mañana siguiente el pastor se dirigió a la balsa
directamente y tal y como él pensaba, la morica apareció al poco rato y le
volvió a realizar la misma pregunta de los días anteriores.
“Pastorcico. Qué te
gusta más… ¿ la peineta o yo ?”
En esta ocasión el pastor recordó leyendas sobre moras
encantadas que te ofrecen la probabilidad de conseguir grandes tesoros. ¿ Y si
la fabulosa peineta era uno de estos tesoros moros ?
¿ Y si la morica no era otra que la mora encantada de la
cercana Fuente Mentirosa que le estaba dando al joven la posibilidad de hacerse
rico ?
El pastor no dudó ni un segundo y con estos pensamientos en
la cabeza le dijo a la muchacha:
“¡ La peineta ! ¡ Me gusta mucho esa peineta !”
La morica rompió a llorar amargamente y poco a poco se fue
difuminando en el aire para no volver a aparecer nunca jamás.
Ahora el joven comprendió lo ocurrido.
Pero ya era tarde.
En efecto la morica era una mora encantada y probablemente
que guardase un tesoro como todas estas encantarias de las leyendas... pero sin embargo el
pastorcillo no supo romper el hechizo que la ataba.
Probablemente… condenándola para siempre.
Casi imposible sucumbir a los encantos de las moricas aragonesas |
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