Esconjuramiento

Santa Bárbara bendita.
Que en el cielo estás escrita con papel y agua bendita.
Líbrame de las centellas y del rayo que crepita.

Esconjuramiento aragonés. Popular

domingo, 29 de abril de 2018

Albóndigas de ballena en Zaragoza



Año 1955 y por la ciudad comienza a correr un rumor que llegó a extenderse de tal modo que el mismo Heraldo de Aragón se hacía eco de esta guisa:

    Desde hace aproximadamente una semana existen en nuestra ciudad unos veinte establecimientos con cámara propia, autorizados, pero se supone que en este mes se abrirán algunos más, a fin de facilitar al público su adquisición.
    La carne de ballena fresca se vende en Zaragoza a 14’75 pesetas kilogramo, y llega a nuestra ciudad envuelta en malla blanca de algodón, dentro de cajas precintadas y en bloques de unos ocho kilos.
    Estas ballenas proceden de la zona del cabo de Finisterre, y diariamente es transportada su carne en frigoríficos. Madrid la consume desde el año 1950 y posteriormente se ha extendido su consumo a Barcelona, Oviedo, Santander y Bilbao. No huele a pescado. Su sabor es parecido al del buey.

Tuvimos ballena en los bares zaragozanos...??

Los zaragozanos más mayores recuerdan haberla probado. Tenemos testimonios como por ejemplo el de Sergio que dice: “Mi madre la recuerda como un producto que, curiosamente, no se vendía en pescaderías pese a su origen, sino en carnicerías. Al parecer, mi abuela la adquiría en un mercadillo situado en la avenida de Valencia y su hija ha definido como muy blanda, vendidas en grandes filetes que, por su tamaño, era necesario trocear”, u otro testimonio, el de Boris, que contaba: “Yo tenía catorce o quince años cuando aterrizó, para mi, uno de los mejores manjares que recuerdo y que en esa época escaseaban, la carne de ballena. Efectivamente, eran unas piezas enormes, y de las que salían unos filetes que no cabían en el plato. Fue mi abuela Felisa quien los compraba y los adobaba con ajo, aceite y perejil, porque así le habían dicho que eran más sabrosos. Luego los empanaba y estaban deliciosos. Es cierto que se decía que si sabían a carne o a pescado, y tengo que reconocer que, si se consumían con rapidez, no se diferenciaban de la mejor ternera; pero si pasaban algunos días tenían un cierto regusto a los túnidos. De cualquier forma, cuando veo algún reportaje de naturaleza en el que se trata a estos cetáceos, siempre quedarán en mi memoria esos gozosos momentos que me proporcionó la degustación de su increíble y exótica carne”.

Del mismo Heraldo de Aragón hemos obtenido la receta que en aquellos días se publicó para confeccionar las albóndigas de ballena:

Se pica la carne de ballena con tocino de jamón, ajo, perejil y sal. Todo esto se une bien, poniendo, por cada cuarto de kilo de carne, cincuenta gramos de tocino, dos gramos de ajos, el perejil a gusto del que lo hace y un huevo. Una vez preparado, hacer las albóndigas, freírlas y, en salsa de tomate o de harina, hervirlas un ratito.

Ballena...?

A día de hoy no nos engañemos... nadie podría asdegurar si hubo ballena en nuestroa zaragoznos bares pero desde luego... y porqué no...?


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