Esconjuramiento

Santa Bárbara bendita.
Que en el cielo estás escrita con papel y agua bendita.
Líbrame de las centellas y del rayo que crepita.

Esconjuramiento aragonés. Popular

domingo, 17 de septiembre de 2017

Los otros amantes de Teruel



Ya conocemos la famosa historia de los amantes de Teruel pero ahora vamos con “la otra”.
Esta leyenda refiere a Doña Aldonza de Entenza y a Don Berenguer de Azlor.
La pareja se profesó amor eterno en Montalbán, provincia de Teruel y fueron muy felices mientras pudieron pero ay…
Los celos, que son el peor enemigo con el que una pareja puede encontrase comenzaron a hacer mella.

"Los amantes de Montalbán"

No los celos entre ellos, pues su amor era puro.
Los celos que tenía de ellos Don Jaime de Bolea.
Se encargó personalmente de desarreglar aquel amor.
Con su poder, no le fue complicado presentar un documento falsificado que demostraba que Aldonza y Berenguer eran hermanos.
Berenguer cayó en la trampa y entristecido y ofuscado como estaba, abandonó a su amada e ingresó en la orden de Santiago.

Caballero de la orden militar de Santiago

Restos del castillo de la orden en Montalbán

Poco después fue nombrado Comendador de Montalbán pues la valía del muchacho era realmente notable.
Aldonza no tardó en descubrir que todo era un engaño de Don Jaime y por supuesto y como suele ocurrir en estos casos… enfermó de amor.
Trató de encontrar a su amado pero era ya demasiado tarde.
Cuando llegó al castillo de la orden, se enteró de que su amado había muerto hacía meses.
Incapaz de aguantar tanto dolor y frustración, la pobre Aldonza, sintiéndose morir corrió a abrazar la estatua de su amado que orgullosa se erigía se sobre la tumba del desdichado Berenguer.
Aldonza murió a las pocas horas.
Abrazada a la escultura de su amado.
Al enterarse todo el mundo, los amantes fueron enterrados juntos.
En su tumba se esculpió un precioso epitafio que decía:

Justo es que reposen juntos en la muerte

Los que tanto se amaron en vida.

Aldonza llora la pérdida de su amado

domingo, 10 de septiembre de 2017

Los amantes de Teruel



La leyenda nos habla sobre dos enamorados.
Juan Diego Martínez de Pataculia se enamoró perdidamente de Isabel de Segura, la preciosa hija de Don Pedro de Segura.
Preciosa y única y Don Pedro, con su alta posición desde luego, no iba a permitir que su hija se casase con un cualquiera.
Don Pedro despreciaba a Juan Diego por su pobreza. El muchacho era humilde y trabajador, y de gran corazón pero… no tenía ningún dinero y Don Pedro era una de las personalidades más acaudaladas de Teruel.

Las momias de "Los amantes de Teruel"

Isabel también enamorada de Juan Diego le dijo que lo amaba. Que lo quería con todas sus fuerzas pero que sin el consentimiento de sus padres, no se casaría.
Fue en ese momento cuando Juan Diego le hizo prometer una cosa a su amada:
Si en verdad me amas Isabel, guárdame tu amor durante cinco años. Tan solo te pido eso. Y al cabo de los mismos, yo regresaré con tanto dinero que tu padre suplicará que me case contigo
Isabel le hizo la promesa a su amado y le esperó.
Juan Diego cruzo mares y océanos y trabajó de soldado y de sirviente, de todo lo que pudo con tal de ganar dinero y poder ahorrar por su amor.

Todos los años se representa la tragedia en la ciudad

El padre de Isabel, instaba a esta a casarse con algún buen mozo pero ella le iba dando excusas.
Tanto insistió su padre que Isabel le contó al mismo que ella había votado virginidad hasta los veinte años y éste, como la quería respetó su decisión.
Al cumplir los veinte es precisamente cuando regresaría Juan Diego así Isabel no tendría ya que preocuparse, este era el plan de la moza.
Y pasaron los cinco años. Y resultó que Juan Diego a costa de todo su esfuerzo e ilusiones, consiguió ahorrar la totalidad de cien mil sueldos. Trabajando por mar y por tierra. Sin descansar. El esfuerzo había valido la pena, ahora había que regresar.
El padre de Isabel insistía todos los días.
Isabel, hija mía. Han transcurrido ya los cinco años de tus votos, tienes que casarte antes de que te hagas vieja
Isabel apesadumbrada veía que su amado no regresaba, que ni tan siquiera había dado ni una señal de vida y, convencida de que habría encontrado un amor correspondido y menos injusto que el de ella, decidió contraer matrimonio con uno de los muchachos propuestos por su padre.

Detalle de "Los amantes de Teruel" de Antonio Muñoz Degrain

Diego regresó tarde pues Isabel ya estaba casada.
Y, colándose en su casa, se puso tras el lecho y le dijo:
Por favor Isabel. Tan solo una vez. Pero bésame, que me muero
Isabel emocionada y asustada y siempre fiel, le contestó:
No quiera Dios que yo falte a mi marido. Por la pasión de Jesucristo os suplico que busquéis a otra, que de mí no hagáis cuenta, pues si a Dios no ha complacido, tampoco me complace a mí”
Don Diego replicó:
Isabel, bésame que me muero
Y la muchacha le contestó:
No. No quiero
Y en ese mismo momento, Juan Diego murió. Allí mismo. A los pies de la cama.
El marido de Isabel al despertar, preguntó a ésta lo ocurrido y cuando ella se lo contó le preguntó:
Por el amor de Dios, ¡¿ cómo no lo has besado !?”
Y ella le contestó:
Por no faltar a mi marido
El marido se emocionó tanto que le dijo a Isabel:
Ciertamente, como Juan Diego decía, eres digna de alabanzas
Acordaron sacar al pobre Juan Diego de la casa pues la gente podía pensar que el pobre marido en un arrebato había matado al muchacho, nada más lejos de la realidad.
Lo llevaron a la casa de loa padres de Isabel y desde allí, y una vez contado el drama se procedió al entierro del pobre Diego.
Antes del funeral y con el beneplácito de su marido, Isabel fue a darle al fallecido Diego el beso que en vida le había negado. Y tan apasionadamente fue aquel beso que una vez realizado, Isabel murió sobre el cadáver de Diego.
El marido de Isabel contó a todo el mundo lo sucedido y se acordó enterrarlos juntos.
Juntos para siempre los que en vida no pudieron hacerlo.


Los amantes, en su propio museo

domingo, 3 de septiembre de 2017

La impresionante tormenta de la Tía Montona



Corría el siglo XIX a finales. Habitaba en pueblo de Bañón una mujer sabia.
La Tía Montana la llamaban.
La tía Montona se llamaba en realidad  Joaquina Royo y su sabiduría parecía no tener límites.
Entendía el lenguaje de los pájaros y el de todos los fenómenos meteorológicos.
Era capaz de hablar con las nubes y tan competente para conjurar grandes tormentas como para esconjurarlas.

Sabias y hechiceras en Aragón

Era hechicera y adivina y con tan solo mirar un rato hacia la luna, era capaz de predecir con acierto todo lo que le quisieran consultar.
Una tarde hizo una extraña predicción.
La Tía Montona dijo, que había dejado orden de que cuando se cumpliese un año de su muerte, una gran tormenta llegase al pueblo.
Que no ocasionase ningún daño material, pero que fuese la tronada más grande de la historia de la localidad y los alrededores.
Quedó constancia de ello y con el paso del tiempo, la señora Joaquina murió y fue enterrada en el cementerio del pueblo con gran duelo.
Al año justo después e la muerta de La Tía Montona, el 8 de Septiembre del año 1909, unas negras nubes como jamás se habían visto por allí se fueron juntando por los cuatro puntos cardinales y acercándose al pueblo.
La tormenta fue de tal magnitud, los truenos eran tan potentes y los rayos tan numerosos que nadie del pueblo osó a salir a la calle y ni tan siquiera a mirar por la ventana ni acercarse a la chimenea durante toda la tarde y toda la noche.

Terroríficas tormentas ocasionadas por bruxas y bruxones !

Los vecinos pensaban que era cosa del mismísimo diablo pues no pasaban más de treinta segundos sin que un inmenso trueno retumbase en todo el pueblo y alrededores.
Las calles estuvieron toda la noche completamente iluminadas por los rayos, relámpagos y centellas y por fin con la salida del sol, la tormenta, tan rápido como había llegado… se marchó.
Los vecinos salieron muy asustados pensando en los posibles males que aquella maldición podía haber ocasionado.
Parecía un milagro.
Nada. Absolutamente nada ni nadie estaba afectado por el fenómeno.
No hubo ningún destrozo, ninguna cosecha afectada. Ni tan solo un tejado roto. Nada.
La Tía Montona, había vuelto durante una noche al pueblo, tan solo para saludar a todos sus vecinos.
Desde entonces y para esas fechas, para las fiestas patronales de la localidad, jamás ha dejado de llover ni un solo año.
Se dice que es la Tía Montona, felicitando las conmemoraciones a todos sus vecinos.

Bañón

domingo, 27 de agosto de 2017

El Judas o Quemado de Tormón



Nos cuenta la leyenda que en la población de Tormón en Teruel, el comendador Don Gil Álvarez del Espejo fue requerido por el Rey Pedro IV para que le enviase tropas en su guerra “de los Pedros”
Don Gil se negó, y no envió ni uno solo de sus soldados para ayudar al Rey.
Corría el año 1365.

Pedro de Aragón y Pedro de Castilla

El Rey se enfadó mucho con Don Gil y dirigió sus tropas hacia Tormón con motivo de quitar a Don Gil de su cargo inmediatamente y colocar a otro personaje más… “dócil”
Las huestes de Pedro IV llegaron incluso a sitiar el castillo pero no lograron entrar en él y el Rey, comenzaba a perder la paciencia por tal atrevimiento.
El 24 de Marzo del año 1366, un caballero de la población, un traidor, rebeló a los ejércitos enemigos el modo de entrar en la localidad, que no era otro que mediante un pasaje secreto que unía la iglesia con una cueva cercaba a la localidad.
Por supuesto que el castillo quedó incautado, Don Gil fue hecho cautivo y se nombró un nuevo comendador para la población.

Lo poco que queda del legendario castillo de Tormón

Pocos años después y por un despiste del mismo en una conversación de taberna, el traidor fue encontrado.
Los propios vecinos del pueblo, lo ataron, lo colocaron en un poste en la calle de la iglesia y le prendieron fuego, matándolo vivo.
Es desde entonces cuando en la población se viene haciendo el ritual de “quemar a Judas”.
Pues bien es sabido que nadie quiere a los traidores.

Los muñecos arden en las fiestas populares