Hay lugares en Aragón con tal riqueza etnológica,
con tal poder, que nos concentra tanto apariciones de la Virgen como del
mismísimo demonio.
Encinacorba es uno de estos lugares. Muy
cerquita de Zaragoza a unos 50 kilómetros nos encontramos con este pequeño
pueblo. Un lugar encantador.
Perteneciente a los templarios hace mil
años y a los caballeros de la orden de San Juan del Hospital poco tiempo
después.
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Ruinas del castillo de Encinacorba |
Según esta leyenda son estos mismos
caballeros sanjuanistas que, embarcados en una nave por el Mediterráneo,
tuvieron que afrontar una tormenta .
Una tormenta de mil demonios que a punto
estuvo de enviar a pique el barco. En medio de tan grandiosa calamidad, estos
caballeros se encomendaron a la protección de la virgen y, según nos cuentan
las crónicas, ésta acudió en su ayuda calmando la tempestad que se había
desatado y dejando las aguas como decimos aquí, como una balsica de aceite.
Una vez las aguas se calmaron y con todos
los caballeros ya tranquilos y agradecidos, apareció sobre el mar, un baúl de
madera flotando que los caballeros decidieron pescar y subir al barco. Dentro del
cofre, apareció una imagen de la Virgen y es a esta Virgen a la que se atribuyó
el milagro de la salvación en medio de la tempestad.
Dada la expectación y la devoción que se le
tenía, en cuanto llegaron a la encomienda de Barcelona, la imagen de la Virgen
fue echada "a suertes" entre los caballeros a fin de decidir quién se
haría cargo y velaría por ella.
Había caballeros de varias encomiendas de
España.
La suerte recayó en un caballero originario
de la villa de Encinacorba.
Pero no contentos con el resultado el resto de los caballeros reclamaron que se
repitiese el sorteo.
Hasta siete veces llegó a repetirse el
mismo, y las siete veces el resultado fue idéntico, por lo que al final hubo de
aceptarse que el designio divino era que dicha imagen quedara ligada a la villa
de Encinacorba.
Es nada más y nada menos que la Virgen del
mar y es cómo no, la patrona de la localidad.
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Virgen del Mar. Santa patrona de Encinacorba |
Ahora podemos
comprobar en esta misma población cómo en los mismos lugares en los que
vírgenes y entes claramente “blancos” gustan de aparecerse, lo mismo ocurre con
otros entes menos amigables. Como por ejemplo el diaple y las bruxas.
Os voy a
contar una leyenda que me contó mi amiga Trinidad Usón, una gran trufera de la zona.
En el
leyendario aragonés, las bruxas vuelan una vez al año desde el monte Jabalón en
Teruel al aquelarre cercano a la localidad de
Trasmoz en el Moncayo.
Los dos
aquelarres más importantes de Aragón.
Pues bien,
resulta que Durante años se han visto pasar a las brujas en la noche de San
Juan volando en sus escobas sobre
Encinacorba y girando sobre Santa Cruz y sobre la aguja de la torre de la
iglesia. Tienen una ruta fija y, la bruja guía, se orienta siguiendo las
cresterías de las montañas más elevadas, en este caso San Ginés, Peña Palomera,
la Atalaya y Valdemadera en dirección a la zona de Tarazona.
Más de una
de estas viejas, experta en dar el mal de ojo, en espiritar a las personas y a
los animales, se ha quedado a vivir en Encinacorba. Una de las leyendas nos
cuenta cómo un pastor, se encontró con una pequeña cabrita en mitad del monte.
La cabrita
parecía enferma y no podía caminar y el pastor apenado, decidió llevarla en
brazos los kilómetros que faltaban para llegar a Encinacorba.
Cuando ya
estaban muy cerca del pueblo, cuando ya se vislumbraba el esconjuradero s
situado en el cerro más alto de la localidad, la cabra, riendo con voz de
mujer, le dijo al pastor, jajajajaja, gracias por traerme, poca gana de caminar
tenía yo hoy.
El pastor
asustado, tiró la cabra al suelo, quebrándose ésta una pata al caer y el pastor
echó a correr hasta llegar a su casa donde por supuesto su mujer no le creyó.
Al día
siguiente, por la mañana una de las viejas de la localidad que tenía fama de
bruxa, amaneció con una pierna rota y a nadie quiso dar explicaciones de cómo
se lo había hecho.
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Reunión de bruxas |