Del herrero
de Calcena se cuenta que era muy egoísta. Se dice que hace 2000 años, se le
presentaron en la herrería la Virgen y San José con el niño Jesús huyendo
del rey Herodes.
La Sagrada
Familia le pidió al herrero ayuda. Querían ponerle al burro las herraduras al
revés pues de este modo nadie podría seguirlos. El herrero lo hizo y así
pudieron salvar a Jesús pero no obstante lo hizo a cambio de cuatro favores.
La Sagrada Familia escapando de Herodes |
El herrero
pidió la intervención divina para que ocurriesen los siguientes hechos en la
herrería.
En primer
lugar pidió que sin su permiso nadie, absolutamente nadie, si subía a la
higuera que tenía fuera en la puerta de la herrería, pudiese bajar al suelo.
En segundo
lugar pidió que quien se sentase en el banco de la herrería no pudiese
levantarse jamás sin su consentimiento.
El tercer
milagro que pidió fue que nadie que bebiese de su bota pudiese bajo ningún
concepto cambiar de posición hasta que él lo ordenase.
Y por último.
El herrero
tenía un agujero junto al yunque. Un agujero donde guardaba las monedas de oro
y plata.
El herrero
pidió que nadie, nadie que metiese la mano en el agujero pudiese sacarla hasta
que él lo ordenase.
Las
peticiones parecían en realidad tontos caprichos pero la Virgen María ante la
necesidad del momento, intercedió ante el Espíritu Santo y le fueron concedidas
las cuatro gracias al protagonista de la historia.
El herrero
continuó como siempre, sin hacer gran uso de los cuatro poderes que
había
adquirido pues aparentemente tampoco tenían una gran utilidad, ¿ no creéis ?
Bueno, al
menos hasta ahora, pero mirad lo que ocurrió una noche.
Calcena |
Vieja herrería. Quizás la de nuestra leyenda de hoy ? |
El mismo
diaple fue a buscar al herrero pues sus días llegaban a su fin y un alma tan
desagradable y egoísta sin duda quedaría muy bien en las estancias del
infierno.
El diaple se
presentó con cuatro de sus lugartenientes allí mismo. En la herrería de
Calcena.
-“Herrero prepárate, pues vamos ahora
mismo a llevarte con nostros”
-“No diré que no. Nada puedo hacer
contra vosotros y lo sé. Pero dejadme llevarme alguna pertenencia al infierno”
-“Jajajajaja”- rió el diaple- “Nada necesitas allí a donde te llevo. Sigues siendo egoísta hasta en
el momento de tu muerte. Dime qué quieres y llévatelo”
-“Bueno, en primer lugar toma esta
bolsa y llénamela con unos cuantos higos de esa higuera que tengo fuera. Me
apetecerán para comerlos por el camino.”
El diaple
envió a recoger los higos al demonio Astaroth. Gran duque de los infiernos y
uno de los más poderosos entre todos los demonios. Astaroth subió a la higuera
y comenzó a recoger la fruta.
-“También quiero llevarme la bota de
vino. Beberemos todos por el camino. Pruébalo y dime qué te parece” –y diciendo esto le alcanzó la bota
al diablo, quién la rechazó por si se trataba de alguna argucia del herrero y
se la pasó al diablo que tenía al lado, que no era otro que el diablo Leonardo,
inspector general de la brujería y la magia negra y esté comenzó a beber.
-“Quiero también llevarme mi dinero.
Todo mi oro”
-“Jajajajajaja, viejo avaro… no lo
necesitarás allí en el infierno pero si ese es tu deseo lo llevaremos. Se
pudrirá contigo, jajajaja” – rió el diaple y ordenó al viejo diablo Asmodeo que metiese la mano en
el agujero para sacar el oro.
-“Bueno por último, siéntate aquí y
espérame mientras me pongo mis mejores galas”
El diaple se
sentó en el banco riendo mientras el herrero muy lejos de meterse en la
habitación contigua para vestirse lo que hacía era salir de la casa tan
tranquilo. Silbando una alegre tonadilla.
El diablo
enfadadísimo se dispuso a levantarse y darle al herrero una buena lección
pero…oh, oh..
Las
peticiones de la Virgen hacían efecto sobre él y no era ni de lejos tan
poderoso para sobreponerse a ella. No podía levantarse del banco por más que lo
intentaba.
-“¡ Leonardo, imbécil ! Deja de beber
ahora mismo y ve tras él. ¡ Tráemelo !”
Pero el
demonio Leonardo no podía abandonar aquella ridícula postura por más que lo
intentaba.
-“¡ Astaroth ! ¡ Rápido baja de esa
higuera y atrapa al herrero! ¡ Se escapa !”
No obstante
el viejo diablo no podía bajar de la higuera. Le fue completamente imposible.
No veáis lo ridículo que quedaba aquel diablo allí encima del árbol.
Grabado representativo del diablo Astaroth en la higuera de Calcena |
-“¡ Asmodeo, corre !, deja el dinero y
ve tras el herrero. Quiero esa alma y no se me escapará !”
Aunque como
ya podéis suponer, Asmodeo tampoco podía sacar la mano del yunque.
Los cuatro
diablos estaban atrapados en la herrería y ya comenzaban a temer que nunca
jamás podrían salir de allí cuando el herrero y una multitud llegaron camino
abajo.
El herrero y
todo el pueblo de Calcena llegaban a la herrería.
A Astaroth
los niños le tiraban piedras y se burlaban de él mientras que el diablo allí
subido a la higuera blasfemaba y perjuraba.
Cuanto más
gritaba el diablo, más se reían los niños. Más pedradas tiraban.
A los otros
tres diablos, la gente del pueblo les dio tal paliza que ni tan siquiera el
Arcángel San Miguel les había propinado jamás. El herrero hizo prometer al
diaple que se marcharían y que jamás regresarían Calcena ( y mucho menos a por
su alma) y el diablo, prometiendo esto, quedó libre y los cuatro,
desaparecieron del lugar por siempre jamás.