Durante la guerra “de los Pedros” en el año 1663 aconteció
el hecho que vamos a contaros.
Las guerras entre Pedro IV de Aragón y Pedro I de Castilla
fueron bastante más cruentas de lo que podemos imaginar.
El Alcalde de Bueña Don Martínez de Gombalde resistió
heroicamente a los castellanos dentro del castillo de la localidad.
El castillo, del tiempo de los moros, estaba bien
fortificado y la población aguantaba el asedio perfectamente.
Parecía que podían aguantar perfectamente pero había un
problema.
En una incursión a localidades vecinas, el ejército
castellano había logrado capturar a los dos hijos del Alcalde.
Restos del castillo de Bueña en la actualidad |
Los castellanos le dieron al Mayor un ultimátum.
Si no rendía la plaza y les abría las puertas del castillo,
sus hijos iban a ser degollados allí mismo, ante las puertas de la ciudad.
El Alcalde muy apesadumbrado hizo lo que se espera de un
buen dirigente y, con toda la pena del mundo se retiró a llorar mientras sus
dos hijos eran asesinados vilmente a las puertas de la villa.
Cuando el enemigo marchó, recogieron los cuerpos de los
muchachos y los enterraron allí, al pie de las murallas.
Para que protegiesen la ciudad que tanto habían amado.
Han transcurrido ya cuatro siglos desde el hecho y el caso
es que los lamentos de las dos pobres almas en pena siguen escuchándose
alrededor de las murallas del ya derruido castillo.
Este curioso y siniestro fenómeno puede observarse en las
noches cercanas a la festividad de la Cruz, que se celebra anualmente el 14 de
Septiembre.
Las almetas de los pobres muchachos no descansan en paz y
claman buscando venganza.
Muchos lugareños a día de hoy, no se atreven a pasar por las
ruinas del castillo durante estas noches.
La guerra "de los Pedros" |