El hecho tuvo lugar durante la guerra con los franceses. La guerra de la
independencia.
Con tan solo ocho valientes hombres armados contaba la turolense localidad
de Blesa para defenderse del ataque de las tropas napoleónicas que iban a
llegar.
Blesa |
Los ocho guerrilleros se apostaron tras unas rocas con sus viejas escopetas
y allí quedaron esperando a que llegase el gabacho.
No tardaron los franceses en llegar al pueblo y al cabo de unas horas, centenares
de soldados napoleónicos al mando de un mariscal, avanzaban en cerrada columna
en dirección a la plaza.
Los ocho aguerridos defensores dispararon sus enmohecidas escopetas y
lograron abatir a tres jinetes que, de certeros disparos en la cabeza, se desplomaban
al suelo ya sin vida.
A muerte ! |
Los franceses quedaron consternados y comenzaron a disparar en dirección a
los peñascos donde se encontraban apostados los valientes aragoneses.
Los valerosos guerrilleros escaparon en dirección al pueblo pero uno de
ellos se quedó allí encaramado para cubrir la retirada de sus amigos.
Siguió disparando certeramente hasta que quedó sin munición.
Sus disparos se contaban por muertes seguras pues el muchacho era buen
cazador y ningún francés escapaba al ojo ni a la escopeta del chico.
El enemigo seguí retrocediendo ante los disparos del muchacho y el mariscal
francés envió a toda la caballería.
El chico quedó sin munición y aún tuvo tiempo de abrirle la cabeza a un
soldado enemigo agarrando la escopeta por el cañón y partiéndosela en la testa
con todas sus fuerzas.
El chico ahora ya sabedos de que sus amigos habían escapado apretó a correr
y, con toda la caballería francesa tras él se dirigió a la llamada “Peña del
Mundo” y se arrojó al vacío.
Antes muerto que capturado debió pensar el valiente.
En el lugar exacto del suceso, hoy se alza un pilar con una imagen de San
Jorge.