Esconjuramiento

Santa Bárbara bendita.
Que en el cielo estás escrita con papel y agua bendita.
Líbrame de las centellas y del rayo que crepita.

Esconjuramiento aragonés. Popular

domingo, 5 de marzo de 2017

El Santo Vaso de Torrente de Cinca



Un importante tesoro se custodió hace años en la localidad de Torrente de Cinca.
Para ser exactos en la ermita de San Salvador.
El Santo Vaso. Del Santo Vaso, se dice que manaba un óleo, que era capaz de curar todas las enfermedades.
Absolutamente todas.
Ungían con él a enfermos llegados de todos los rincones de la península y todos quedaban curados de sus dolencias.
Por la noche se dejaba el Santo Vaso en su sitio, dentro del sagrario y al abrir las puertas por la mañana el Vaso se había llenado él solo de nuevo.
El Santo Vaso

Ya había habido en Aragón Santos Óleos con unas propiedades curativas más allá de toda comprensión, como por ejemplo el Santo Aceite de Estadilla  o el milagroso aceite que aun a día de hoy, mana de entre las rocas de la gruta de la ermita de la Virgen de Jaraba, pero sin duda alguna el más poderoso de todos era el de Torrente de Cinca.
Tras las milagrosas curaciones de este Aceite, el padre Alonso de Astudilla, ordenó levantar un convento trinitario y en él una capilla dedicada totalmente para el Santo Vaso.
La datación está más que contrastada. Era el día 7 de Abril de 1550.
Miles de peregrinos que seguían la antigua ruta jacobea del camino romano, pasaron por allí y curaron sus enfermedades.
Los milagros del aceite que manaba del Santo Vaso y el Cristo Salvador, no hacían ningún tipo de distinción con el orden social de las personas pues se sabe que además de haber sanado a miles de pobres y peregrinos que por allí pasaron, el propio Felipe II fue en secreto al convento y se curó de una terrible enfermedad que no tenía cura.
(Se cree que era la sífilis. Pero eso ya… es otra historia)

Ermita de San Salvador, en Torrente de Cinca

domingo, 26 de febrero de 2017

La misteriosa cueva de San Elías, en Valcarca



El enmarañado complejo de cuevas de Valcarca, en el término de Binaced, ha sido un lugar mágico por excelencia.
Se han encontrado restos neolíticos en las mismas, fijaos si viene ya de lejos el conocimiento sobre estos misteriosos pasajes.
Estuvieron de nuevo deshabitadas durante siglos y en la edad media, volvieron a ser resididas.
En esta ocasión casi siempre por anacoretas.

Cueva de San Elías

La leyenda nos cuenta que la hija del jurado mayor de la población, subía todas las mañanas a buscar agua a la denominada Fuente Santa, famosa por sus aguas limpias y medicinales.
Una de esas mañanas, de dentro de la cueva cercana a la fuente, salió un anciano con larga barba.
La muchacha convencida de que se trataba del ermitaño, no se asustó y se quedó un rato hablando con el viejo.
La mañana era muy fresca y el anciano muy agradable.
La sorpresa de la muchacha fue mayúscula cuando el abuelo le dijo que era el mismísimo profeta Elías.
Le dijo que bajará al pueblo y comunicara al párroco y las autoridades que en aquel lugar había que edificar una ermita pues Nuestro señor así lo deseaba.
La muchacha bajó con el agua y propagó la noticia a los cuatro vientos mas lo único que consiguió fue que se rieran de ella.
Nadie en la población le hizo caso. Ni siquiera el cura y la chica muy triste, a la mañana siguiente, subió para encontrarse con el profeta y contarle lo sucedido.
Elías, allí estaba y además ya conocía lo que le había pasado a la muchacha.
La consoló y le dijo:
No te preocupes muchacha. Mañana por la tarde, cuando se haya puesto el sol, encárgate de que algún mayor del pueblo te acompañe. Dile que venga a mi cueva y yo, les daré una muestra de quién soy y de lo que tienen que hacer”.

A la noche siguiente la muchacha había conseguido despertar la curiosidad del alcalde, de su padre y de varias de las personas más importantes del pueblo y subieron todos a la fuente como si de una siniestra romería se tratase.
Al llegar a la entrada de la cueva, la muchacha llamó al profeta para que saliese pero ningún sonido provenía de dentro de la gruta.
Los hombres del pueblo, enfadados, entraron en la caverna dispuestos a darle una buena lección al bromista y… menuda sorpresa con lo que se encontraron.
No había rastro del ermitaño pero en su lugar lo que sí que había era una preciosa estatua de San Elías.

Estatua de San Elías

Subieron la estatua a lo más alto de la sierra como el profeta le había dicho a la muchacha y allí edificaron la ermita, que aún sigue en pie.
San Elías es el patrono del pueblo y de la Fuente Santa, sigue manando un agua medicinal, casi mágica.

Pues que sois tan generoso
grande Elías y señor,
todo el pueblo por tu amor
alcanza dulce reposo

Ermita de San Elías sobre el complejo de cuevas de Valcarca

domingo, 19 de febrero de 2017

La carrasca de Lecina



Lecina es un pequeño pueblecito situado en el centro de la Sierra de Guara.
Esta carrasca formaba parte de un importante y frondoso bosque y ya sabemos quienes habitan los bosque en el maravilloso legendario aragonés, ¿ verdad ?
Pues sí. Los onsos… los lobos… pero sobre todo, las bruxas.

Población de Lecina

Las brujas de esta comarca eran temidas en toda la zona. Eran probablemente de las más malvadas de cuantas había por estas comarcas. Y una de las encinas del bosque, la más joven y pequeña de todas ellas no permitía que las bruxas se posaran en sus ramas. Así era su carácter. Como ella no veía bien los actos depravados de las bruxas, no las dejaba subirse en ella a hacer sus conjuros ni reuniones.
Se dice que un día, todas las bruxas de la comarca escaparon de allí y agradecidas como estaban a las encinas del bosque, decidieron otorgarles una serie de favores.
Les harían un hechizo a cada encina. Lo que pidiesen. Las bruxas les ofrecieron convertirlas en preciosas encinas de cristal pulido, para que los rayos del sol reflejados en ellas alcanzaran la misma potencia de una estrella.
También les ofrecieron convertirlas en encinas de oro. Encinas relucientes de oro a la luz del sol. Y también les ofrecieron convertirse en maravillosas encinas de hierbas aromáticas. Impresionantes hiervas que lanzaban maravillosas y potentes aromas hacia los cuatro puntos cardinales.
Algunas escogieron un favor, otras, otro… la única que no quiso ningún trato con las bruxas fue la encina joven.
Ella decidió quedarse como siempre. Como una encina normal y corriente.
Las bruxas se marcharon y ¿ sabéis lo que ocurrió ?
Con todas las encinas contentas y prometiéndoselas muy felices, a los tres días de la marcha de las bruxas una impresionante tormenta de rayos y pedrisco destrozo completamente en añicos a las encinas que habían decidido convertirse en cristal.
Mientras sus compañeras lloraban por ellas, varios rebaños de ganado se fueron comiendo a las que habían decidido ser carrascas aromáticas y cuando ya tan solo quedaban las carrascas de oro, una noche, llegaron los ladrones y arrancándolas, se las llevaron para no volver a verlas nunca jamás.
Tan solo la carrasca joven, la encina que decidió permanecer normal, es la que quedó.

Datos de la milenaria carrasca de Lecina

Y hoy, en nuestros días y con más de mil años cumplidos, es la que hay.
La que lleva con orgullo el nombre del pueblo.
La llaman La Encina de la Castañeda.
La Encina tiene un diámetro de más de 28 metros y una altura de 16,5 metros. Es un gigante de nuestros bosques. 
Bajo su copa se han firmado importantes tratos, se han oficiado importantes bodas y se sabe que es precisamente bajo su copa donde las bruxas, las herederas de aquellas bruxas del Sobrarbe, se reúnen a día de hoy.

No es una maravilla...?

domingo, 12 de febrero de 2017

Ritual de fertilidad en Candasnos



La esterilidad siempre ha sido uno de los problemas más importantes a los que se han enfrentado las culturas históricamente.
Era importante asegurarse la descendencia y es por ello que los rituales de fertilidad han sido muy populares también en Aragón, cómo no.
En la actual ermita de San Bartolomé, en la población de Candasnos, nos encontramos uno de los más importantes rituales.
La ermita es un lugar de poder, uno como otros tantos y desde épocas muy remotas lo ha sido y el hombre siempre lo ha sabido.
Había en ella un precioso menhir y es en el siglo XV, cuando se decide construir una ermita alrededor del mismo.
Como todos los asentamientos con dólmenes y menhires, era una especia de templo “mágico” y así lo fue hasta la guerra civil española. Pues la ermita, el menhir y todo que allí había fue destrozado por los milicianos.

Los menhires. Poderosos símbolos prehistóricos

La ermita se ha reconstruido y aunque ahora de corte algo más moderno, desde luego el enclave siempre seguirá siendo mágico por mucho que el hombre se empeñe en destruirlo una y otra vez.
Las fuerzas mágicas de la naturaleza son tan poderosas que así ha de ser.
Cada 5 de Febrero, día de Santa Águeda, las mujeres acudían a la ermita a frotarse sus partes más pudendas en el menhir y danzaban alrededor de él, entonando algún cántico ritual o rezando alguna plegaria a la santa y se decía que este poderoso ritual aseguraba la fertilidad de la mujer durante todo el año.
El menhir, ha sido algo modificado también y es ahora una pequeña piedra cuadrada en el suelo la cual hay que tocar con el pie mientras se danza el día de la santa.
Pueden cambiar los tiempos pero como vemos, nunca lo harán la magia ni las leyendas.

Ermita de San Bartolomé