La población Ribagorzana tampoco se libró de las extrañas
apariciones de estos espantajos quien sabe si en algunas ocasiones reales o no.
Dos pastores de la zona pasaron como siempre hacían, antes de
la trashumancia para rezar y dejar algo de limosna por el monasterio de Santa
María de Alaón, donde se veneraba el cuerpo incorrupto del santo abad Fray Benito
Latras cuyo cuerpo llegó incorrupto hasta prácticamente nuestros días pues fue
destruido en los tumultos anticatólicos de 1936.
También ha habido Santos incorruptos en Aragón |
Los pastores llegaron al lugar y se quedaron como siempre
refugiados en una vieja paridera situada enfrente a una casona abandonada hacía
años y con las puertas entablonadas para evitar las visitas.
Una de las noches, después de cenar y ya acostados sobre las
pajas y contemplando las estrellas, las llamadas crabetas, pudieron notar como una
extraña música llegaba del interior de la casa. De dentro de la vieja casona
abandonada.
Se quedaron muy extrañados. No habían escuchado nada
aparecido. Era una melodía siniestra pero bonita a la vez. Muchos instrumentos
tocando al unísono aquella macabra sinfonía.
Al mirar hacia lo alto, en el balcón de la mansión pudieron
observar a dos preciosas mujeres ataviadas con blanca seda que ondeaba con el suave
airecillo de la noche de agosto, que les hacían gestos para que subieran allí.
Ellos muy extrañados pero prácticamente prendados de la enigmática
belleza de aquellas dos mujeres rompieron a golpes la madera que tapaba la
puerta y subieron las escaleras casi a trompicones.
¡ Aquellas chicas podían necesitar la ayuda de ellos, quién
sabe !
Se percataron nada más entrar que ya no se escuchaba ningún
atisbo de aquella sintonía fantasmal que tan solo hacía segundos habían podido
escuchar desde fuera pero subieron arriba sin hacerse preguntas.
La casa no tenía luz, subieron tan solo con sus candiles y
localizando la gran habitación de la balconada, entraron.
Allí no había nadie.
No había rastro de las mujeres, ni de la música no tampoco
parecía que nadie hubiese entrado allí en muchos años.
Monasterio de Santa María de Alaón. Junto al lugar de los hechos |
Volvieron abajo muy extrañados y pensando que habían sufrido
algún tipo de alucinación, aunque les extrañaba, pues eran buenos conocedores
de las setas, hongos y cualquier otra cosa que les pudiese hacer ver aquellas imágenes.
Ya abajo intentaron dormir y no comentar nada de lo acontecido, pero a los pocos
minutos la música volvía a escucharse y las dos mujeres volvían a aparecer en
el balcón.
Los pastores les gritaron desde abajo que no se movieran,
que en un minuto se reunirían con ellas pero para cuando subieron no había
nadie en aquella habitación.
Registraron toda la casa pero sin éxito alguno. La casona
estaba completamente abandonada. No había rastro de las mujeres ni de los
músicos. Tan solo ratas y arañas.
Fue en ese momento cuando los dos pastores comenzaron a
palidecer y a sentir miedo pues se dieron cuenta de que aquellos fenómenos no
eran normales. Volvieron a bajar y se encerraron en la paridera junto con el
ganado atrancando la puerta con un grueso madero. La música siguieron oyéndola
durante toda la noche pero no se atrevieron a mirar por si las mujeres aguardaban
en el balcón.
Al día siguiente llegó el amo y los pastores le contaron lo
ocurrido y le dijeron que no iban a guardar el rebaño ni una noche más, que se
marchaban. El amo totalmente incrédulo pero temeroso de que los muchachos
abandonaran el trabajo les prometió quedarse aquella noche con ellos.
Lo hizo. Cenaron y se acostaron. Nada ocurría pero… de repente…
la música volvió.
En esta ocasión una misteriosa música envuelta en notas
átonas y discordantes y con ella, las dos mujeres arriba en el balcón. El amo
las vio. Los tres hombres las vieron. Eran tan reales como ellos mismos y con
gran decisión, subieron a la alcoba. No había nadie. Vacía toda la casa. Los
pastores estaban dispuestos a marcharse.
Los fantasmas femeninos, siempre tan sugerentes |
El amo les preguntó si había ocurrido algo raro la mañana
que llegaron y ellos le dijeron que no.
Bueno… algo había ocurrido pero no era nada raro.
Habían tenido un
enfrentamiento dialéctico en la puerta de la paridera con un hombre malcarado
que parecía estaba molestando al ganado. Un ratero posiblemente.
El amo les dijo:
-“Comprendo. No os mováis de aquí, hacedme el favor. Yo
volveré antes del anochecer y habré solucionado este problema”
Y dicho esto marchó montado en su caballería en dirección al
cercano municipio de Pallerol.
Antes del anochecer el hombre había cumplido su palabra y
regresaba con la cena y con la promesa de que el asunto estaba zanjado.
Les dejó la cena a los pastores y se marchó.
Esa misma noche no hubo música, no hubo apariciones de
mujeres. No ocurrió nada. El amo les había librado del peligro.
¿ Sabéis lo que ocurrió realmente ?
El hombre con el cual se habían enfrentado la mañana de su
llegada no era otro que un temible bruxon muy conocido de aquella comarca y
aunque el bruxon bien podía haberles echado un maldau, se decidió por espiritar
la casa de al lado de la paridera para que los hombres no pudieran descansar.
El amo lo sospechó, encontró al bruxon y lo convenció para
retirar la maldición.
¿ Qué cómo lo
convenció ?
Pues como se suele convencer a la mayoría de la gente. Sean bruxones o alcaldes o cualquier otro tipo de esta calaña.
Con una buena cantidad de dinero.
Nunca conviene molestar a un bruxon |